Internacionalista
La distorsionada “situación de la República” que el Sr. Castillo ha presentado al Congreso ha añadido al desgobierno del último año un serio problema de percepción de la realidad en quien debiera ser la más alta autoridad estatal.
Mediante una serie de afirmaciones falsas, engañosas o imprecisas (EC) Castillo ha desconocido el gravísimo escenario de ingobernabilidad por él creado, ignorado la difícil situación económica interna y mostrado impasibilidad frente a la peligrosa situación internacional que afronta el país.
En efecto, el Sr. Castillo no solo ha retomado la ruta hacia la anarquía por la que camina el Perú desde el 2016 (5 presidentes en 5 años), sino que ha acelerado el paso hacia ese destino como lo muestra el cambio de 59 ministros y 4 gabinetes (al que se sumaría ahora uno más).
En el proceso, Castillo ha arriesgado la seguridad nacional. Si, al respecto, la sucesión en un año de 3 ministros de Defensa, 7 ministros del Interior y 3 cancilleres de características bien heterogéneas lo demuestra, la desaprobación de la gestión presidencial por el 81% (Ipsos) de la ciudadanía confirma su ilegitimidad de lo que tampoco ha dado muestras de preocupación.
Y siguiendo la política del avestruz, Castillo ha preferido asirse a una proyección de crecimiento de 3.5% publicada en junio sin tomar nota que, en julio, el FMI estimó ese crecimiento en 2.8% en un contexto regional en el que América Latina registrará una performance menor a la de Asia en desarrollo, Asia Central, Medio Oriente y África Subsahariana. En ese ámbito el Perú no será el más dinámico de América del Sur, como no entiende el Sr. Castillo, sino que se desacelerará por debajo de Colombia y Argentina con tendencia a la baja.
El desapego de Castillo con la realidad lo ha llevado a obviar medidas para revertir el pesimismo de las expectativas de los agentes económicos que ya registran todos los indicadores del BCR, atenuar la informalidad del mercado laboral (76%), promover la inversión privada aletargada en 0% para este año (y de crecimiento negativo en el sector minero) o morigerar, mediante incentivos a las exportaciones no tradicionales, la aplastante supremacía las exportaciones tradicionales (73.1% del total) en momentos de alta vulnerabilidad de los precios a eventuales escenarios recesivos de los principales mercados.
Y si el aparato perceptivo del Sr. Castillo no registra el riesgo de la contracción de la demanda externa tampoco da cuenta del grave incremento de la beligerancia internacional, ni de la “desglobalización”, ni de los riesgos de aprovisionamientos básicos que la guerra en Ucrania muestra. Para él, el rol del Perú se remite a un proceso iniciado hace más de una década y cuyas normas difícilmente cumplirá (el inicio de la incorporación del Perú a la OCDE), al logro de una sede (la Asamblea General de la OEA) o a una rutina cronológica (la presidencia pro-témpore de la CAN y la Alianza del Pacífico).
La “situación de la República” merece algo más que las distorsiones que nos presenta el Sr. Castillo.