Presidente de Apeseg
La democracia no es más que la forma cómo una sociedad se organiza para convivir. Toda convivencia por supuesto implica tener diferencias. Los que gobiernan pueden tener prioridades diferentes a las mías, valores diferentes a los míos, maneras que puedo no compartir. Esas diferencias, en una democracia, se pueden intentar resolver de muchas formas: diálogo entre representantes, comunicaciones escritas, intermediación de un árbitro neutral, una marcha, elecciones, y un largo etcétera de soluciones, las cuales tienen como característica común que no se utilice la violencia para dirimir nuestras diferencias. Esas son las formas de la democracia. No nos garantiza que nosotros obtengamos el resultado que queremos, pero justamente para eso se organizan elecciones que permiten poner en juego quién tendrá el control de la iniciativa de gobierno. Esto es válido para diferencias de índole local, regional o nacional.
Cuando esos gobiernos no son capaces de atender los problemas de la población, se crea la sensación de ineficacia de la democracia y habrá algunos que estén dispuestos a usar herramientas fuera de la democracia para conseguir sus fines y por eso es tan importante trabajar para que la democracia sea una vía no solo de convivencia pacífica, sino que sea una vía de progreso para todos, una vía para que las familias logren cumplir sus anhelos.
Por eso es tan importante cuidar que el árbol de la democracia crezca sólido, que acoja a los ciudadanos en lugar de alejarlos. La inestabilidad política de estos últimos años hace más complejo que la democracia dé sus frutos y por eso tenemos esta creciente sensación de ineficacia.
En estas últimas semanas, estamos viendo un capítulo aún más intenso de cómo tiramos por la borda el uso de las herramientas que la democracia nos da para resolver nuestras diferencias, que nunca pueden ser tan grandes como para justificar la muerte de uno de nuestros miembros. El país necesita líderes que defiendan la democracia, y que discutan en democracia. Si como país toleramos el uso de herramientas negadas por la democracia, solo tendremos barbarie. El progreso sostenido de los ciudadanos jamás podrá basarse en la barbarie, ya que esta solo produce más violencia, y creo que una amplia mayoría de peruanos ya vivimos esa situación y sabemos que solo produce más pobreza y el dolor irreparable de la muerte de nuestros familiares.
En esta hora tan compleja para nuestro país, no puedo sino invocar a todos los sectores, y especialmente a los líderes, a que renovemos nuestra apuesta a resolver nuestras diferencias en democracia, es decir, sin violencia, respetando a los otros y entendiendo que las soluciones no son instantáneas. El progreso en democracia es un proceso que cuesta, que no se consigue con un manotazo, sino con trabajo constante.