MÁS QUE UN CAMBIO DE PERSONAS. El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) se ha caracterizado en años recientes por sus extremos. Para empezar, sus últimos dos ministros no pudieron tener personalidades más dispares. Uno hablaba demasiado y gustaba de hacer anuncios sobre el destrabe de megaproyectos que resultaban no ser tan ciertos; su sucesor, en cambio, mantenía un perfil bajo digno de fraile de convento y le rehuía a la prensa. Esa preferencia por el mutismo resultó contraproducente para él y, sobre todo, para el Gobierno.
Otro extremo que caracteriza al MTC es la disparidad en la atención que les presta a sus responsabilidades –aunque esa deficiencia viene desde mucho antes–. Si por el lado de la inversión en infraestructura de transporte puede mostrar logros, como la expropiación récord de terrenos para la construcción y ampliación de carreteras y aeropuertos, y siempre puede recurrir a los anuncios de futuras inversiones multimillonarias para generar titulares; por el lado de la regulación de las actividades de transporte, su trabajo ha sido deficiente.
La supervisión de la revisión técnica de vehículos, la emisión de licencias de conducir y la autorización de terminales de buses interprovinciales, entre otros servicios, ha sido inexistente. El MTC solo atinaba a reaccionar cuando se producía algún destape periodístico que desvelaba la corrupción enquistada, anunciando las consabidas “reestructuraciones”, o tras tragedias como la de Fiori, que se cobró 17 vidas. En suma, el MTC se ha concentrado en sus funciones macro y ha descuidado las que tienen impacto en el ciudadano.
A esa negligencia se ha sumado, en las últimas semanas, la Autoridad de Transporte Urbano de Lima y Callao (ATU). Días antes de dejar el MTC, Edmer Trujillo dijo que todavía se evaluaba la designación del presidente de la agencia, pese a que se tenía previsto que comenzaría a funcionar el 1 de abril. Al parecer, su carencia de habilidades comunicacionales también afectó las coordinaciones con otras entidades que conforman la ATU, como las municipalidades de Lima y Callao. El MTC lleva acéfalo más de diez días –lo mismo que el Ministerio de Vivienda–. Quizás el presidente Vizcarra aún esté evaluando candidatos, o quizás nadie quiera asumir una tarea tan complicada. Lo cierto es que quien ocupe ese despacho, tendrá que asumir la responsabilidad de eliminar los extremos que lastran la operatividad de un ministerio clave. Una de sus prioridades tendrá que ser la puesta en funcionamiento de la ATU, así como tomar en serio las funciones reguladoras del MTC.