(Foto: César Campos / GEC)
(Foto: César Campos / GEC)

CONGRESO. En más de una ocasión, hemos señalado que el Poder Ejecutivo equivoca el camino cuando se concentra en atacar o defenderse del Parlamento, en lugar de tomar las decisiones que como gobierno le competen. Sin embargo, el Poder Legislativo tiene tanta responsabilidad como el Ejecutivo, pues su actitud es también beligerante y ambos poderes están enfrascados en una competencia confrontacional.

Los congresistas tratan de justificar todas sus acciones bajo el manto de su labor de fiscalización —la cual ciertamente poseen—, pero olvidan que se requieren indicios para investigar y no solo iniciarlas para ver qué se encuentra. La decisión de la Comisión de Fiscalización de investigar a las empresas encuestadoras o las circunstancias en las que se aprobó el mensaje presidencial de Fiestas Patrias —aunque la congresista Janet Sánchez haya retrocedido en su pedido— dejan ver el uso político —en el peor sentido— que se le da a esta función. Por ejemplo, ¿las investigaciones mencionadas son importantes para la vida de los peruanos? O, más bien, la motivación de investigar obedece a otras razones.

Lo mismo sucede con las convocatorias a los ministros. Nunca tantos miembros del Gabinete han sido llamados al Congreso tantas veces, pero lo cierto es que los parlamentarios se dedican a atacarlos y criticar y posteriormente no hacen un seguimiento a los anuncios de los titulares de las diferentes carteras que les permita fiscalizar el cumplimiento de los ofrecimientos.

Otro punto que va de mal en peor es la falta de información que se evidencia en las presentaciones de los congresistas. Es verdad que los parlamentarios no están obligados a conocer de todos los temas. Pero cuentan con asesores que tendrían que darles la información necesaria para el debate en las comisiones o en el pleno, a fin de que sus intervenciones sean relevantes y no hagan comentarios fuera de lugar.

El presidente del Congreso les ha pedido a sus colegas priorizar la agenda país y crear espacios de consenso, pero para que las palabras de Pedro Olaechea sean realidad debe ejercer un liderazgo al interior del recinto de la Plaza Bolívar, y eso requiere tener otra actitud que hasta ahora no se ve.

Desde aquí hemos defendido que todo se haga en el marco de la Constitución, pero eso no es de ninguna manera una autorización para que se actúe sin control. No hay que olvidar que la carta magna también fija límites tanto para el Ejecutivo como para el Legislativo. Si no hay un cambio —con encuestas o sin ellas— la población seguirá mostrándoles su rechazo.

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