El fenómeno de El Niño (costero o global) perjudica con severa intensidad al sector agropecuario, tanto a la agricultura como a la actividad pecuaria. Eso ocurre desde tiempos inmemoriales, aunque con los avances tecnológicos y la modernización de los cultivos y de la crianza de animales, ha sido posible prevenir daños mayores. Muchos otros países han sumado políticas gubernamentales a la prevención posibilitada por la tecnología para evitar que la devastación causada por las anomalías climáticas sea demasiado prolongada y costosa. Lamentablemente, el Perú no es uno de esos países.
El Niño costero ha causado tales estragos en el campo este año, que entre enero y julio el PBI agropecuario se contrajo 2.99%, respecto del mismo periodo del 2022 (el subsector agrícola cayó 4.06% y el pecuario, 0.93%), según el INEI, lo que obligó al BCR a modificar su proyección para este año: de un modesto crecimiento de 0.4% a una disminución de 2%. Pero El Niño costero no ha sido la única causa de la menor producción agrícola, sino también la reducción de las áreas sembradas. Es que la invasión de Rusia a Ucrania, que es uno de los mayores proveedores de urea del mundo, provocó el desabastecimiento del fertilizante.
Esa escasez ocurrió a inicios del año pasado y se prolongó por algunos meses, lo que encareció dicho insumo clave. Todo esto ante la indiferencia del régimen de Pedro Castillo y de sus varios ministros de Agricultura, que solamente atinaron a anunciar la importación de urea mediante licitaciones que no llegaron a materializarse –en una, se llegó al colmo de descartar propuestas que no estaban en castellano–. Las licitaciones estuvieron plagadas de irregularidades y los cambios de agencia encargada de convocarlas no solucionaron nada. Y mientras Castillo pregonaba sin descanso una nueva reforma agraria, con objetivos cambiantes y confusos, los agricultores dejaban de sembrar porque no tenían cómo fertilizar sus tierras.
Y a pesar de que ya existía probabilidad de El Niño global, el régimen de Dina Boluarte se pasó meses sin tomar medidas de precaución, como limpiar cauces o levantar defensas ribereñas para reducir el riesgo de inundación –de zonas pobladas y de campos de cultivo y granjas–. Y El Niño traerá más escasez de productos, sobre todo de panllevar, lo que elevará sus precios. El Gobierno ya debería contar con una estrategia para mitigar la falta de alimentos, en especial para la niñez de escasos recursos, cuya nutrición se ha estado deteriorando ante la indiferencia de las autoridades.