REPORTE. Lo hemos repetido infinidad de veces, pero la advertencia parece haber caído en saco roto todas esas veces. Si en el país no se recupera la confianza de empresas y familias, la economía no se reactivará, sino que seguirá enfriada. Y si el clima político continúa enrarecido, la confianza seguirá deteriorada y el efecto directo será una inversión privada en retirada. Sumemos a esto las anomalías atmosféricas –El Niño costero ahora, y El Niño global que ya viene– y la percepción de que el Gobierno no está reaccionando adecuadamente a esa amenaza; es decir, más desconfianza.
El BCR publicó el fin de semana su Reporte de Inflación (RI) de setiembre y, como era de esperarse, revisó a la baja su proyección de crecimiento del PBI para este año: del 2.2% previsto en el RI de junio a 0.9%. La actualización está más en línea con lo que esperan analistas privados y hace que la efectuada por el MEF en agosto (1.1%), que sirvió para elaborar el proyecto de Presupuesto Público 2024, parezca exageradamente optimista. Uno de los vaticinios del MEF era que a partir del segundo semestre, el PBI comenzaría a recuperarse, pero el resultado de julio (caída de 1.29%), le hace un flaco favor a su credibilidad.
Por su parte, el BCR señala que su revisión del crecimiento del PBI “se debe principalmente a un mayor efecto de El Niño costero y persistencia de baja confianza del consumidor y empresarial”. De hecho, el mayor recorte que ha realizado la autoridad monetaria es en su proyección del comportamiento de la inversión privada para este año: de una reducción de 2.5% prevista en junio, a una fuerte caída de 5.3%. Para el 2024, el RI asume que habrá una recuperación de la confianza y que El Niño global será moderado –según estimaciones meteorológicas–, aparte que se revertirá la actual desacumulación de inventarios en las empresas. Con estos supuestos, el BCR proyecta que el PBI del 2024 crecerá 3%, con lo que coincide con el cálculo del MEF.
¿Se recuperará la confianza? Si esta comenzó a resquebrajarse con el constante hostigamiento al sector privado del régimen de Pedro Castillo, la incertidumbre actual tiene más orígenes: la amenaza de desconocer contratos de concesión del alcalde de Lima, y ahora del gobernador regional de Arequipa, el nuevo y millonario pedido de rescate financiero de Petroperú –más la adjudicación de lotes petroleros a su favor– y, por supuesto, la actuación del Congreso, que incluye la aprobación irresponsable de mayor gasto corriente, la reversión de la reforma de la educación y sus ataques al Sistema Judicial.