Editorial de Gestión. El 2023 no solo es un año de aprendizaje, sino uno de parálisis en varios departamentos por la crisis social y política. (Foto: Difusión)
Editorial de Gestión. El 2023 no solo es un año de aprendizaje, sino uno de parálisis en varios departamentos por la crisis social y política. (Foto: Difusión)

ESTANCADA.Cada cuatro años, cuando las nuevas autoridades asumen los gobiernos regionales y locales, la cae. A pesar de las dos décadas transcurridas desde el inicio del proceso de descentralización –mal diseñado y peor implementado–, todavía se llama a esos años “de aprendizaje”, porque gobernadores y alcaldes necesitan tiempo para conocer los procedimientos administrativos.

Incluso en años que no son de aprendizaje, todavía padecemos de ineficiencias. Las cifras del 2022 lo evidencian. Pese a que fue el último año de funciones de las autoridades subnacionales que asumieron el 2019, los gobiernos regionales no invirtieron el 37% de lo asignado, y los municipios el 33%. Se trata de porcentajes de incumplimiento recurrentes. Y eso que volvió a ocurrir el “milagro” de diciembre: la inversión pública registró un aumento asombroso, superior en más de 2.5 veces al promedio de los once meses previos, aunque solo fue una movida contable y no ejecución propiamente dicha. Otra curiosidad es que se considera como “gasto de capital” los S/ 4,000 millones que el MEF transfirió a Petroperú para sacarla del hoyo.

Pero el 2023 no solo es un año de aprendizaje, sino uno de parálisis en varios departamentos por la convulsión social y política. Cabe preguntarse si el gobierno nacional y los gobiernos subnacionales podrán encontrar formas de iniciar o continuar proyectos en medio de bloqueos de carreteras –que impiden el traslado de insumos, maquinaria y equipos– o bajo el riesgo de sufrir ataques como los que han ocurrido contra instalaciones públicas y privadas.

Por suerte, si pudiera decirse así, enero y febrero son los meses de menor ejecución de inversión pública, debido en parte a factores climáticos, así como por la costumbre del sector público de ponerse remolón al inicio de los periodos presupuestales anuales. Así que, en la medida que el Gobierno y Congreso encuentren pronto una salida a la crisis, hay tiempo para que la ejecución del gasto de capital estatal comience a ganar tracción durante el primer bimestre. Pero también es probable que las ineficiencias presupuestarias se repitan este año. De hecho, ya están incluidas en las proyecciones de inversión pública tanto del BCR como del MEF. Será imperativo pues hacer seguimiento desde ya al estancamiento de la inversión pública que todavía no prende motores en varios departamentos afectados por la convulsión social.