PERCEPCIÓN. El último viernes se publicó una nueva encuesta nacional sobre las percepciones de la población acerca del panorama político y el debate sobre la Asamblea Constituyente, esta vez realizada por Datum. Sus resultados complementan y permiten entender mejor otras publicados previamente por otras encuestadoras, como Ipsos, CPI y el IEP (los sondeos de audiencia que realizan algunos programas televisivos o radiales no son encuestas nacionales ni pretenden ser estadísticamente representativos, por lo que no se les considera en la misma categoría).
Por un lado, Datum confirma que hoy existe una mayoría de peruanos que estaría a favor de la idea de instalar una Constituyente. Una opinión que parece haber cambiado recientemente pues, hasta hace no mucho, las encuestas mostraban que una mayoría respondía negativamente a la misma pregunta. No obstante, cuando Datum pregunta cuál es la función de una Constituyente, apenas un 17% identifica que esta sería cambiar la Constitución. Es decir, muchos de los que hoy apoyarían la instalación de una Constituyente, lo harían sin esperar necesariamente un cambio de Constitución, sino buscando otros fines; entre ellos: cambiar leyes (12%), que exista un diálogo en beneficio del país (10%), que haya un lugar en donde se escuchen las opiniones del pueblo (6%) y que se solucionen los problemas del país (6%).
De hecho, cuando se pregunta más directamente qué hacer con la Constitución, solo un 29% apoyaría cambiarla totalmente y un 14% cambiar la mayor parte del texto. Ello frente a un 38% que apoyaría solo cambios parciales y un 12% que mantendría el texto actual. Además, cuando se consulta qué mecanismo sería mejor para elaborar un eventual nuevo texto, un 60% preferiría que un grupo de expertos presente una propuesta que se ratifique por referéndum, frente a que lo haga una Constituyente, idea apoyada solo por un 30%.
Los números son claros entonces en sugerir que si bien la ciudadanía está harta de la crisis y exige cambios, no necesariamente cree que el mejor camino para lograrlos sea una nueva Constitución elaborada por una Constituyente. Y en esto tiene razón. Al mismo tiempo, sin embargo, el creciente apoyo a la idea general de instalar una Constituyente (más allá de si fuese para otros fines) nos recuerda otra vez lo urgente que es que el Congreso logre aprobar la que hoy es la única válvula de escape constitucionalmente viable para empezar a desinflar esta crisis: adelantar las elecciones. Si esto no ocurre pronto, la frustración de la gente –y el apoyo a una Constituyente– continuará creciendo.