ECONOMÍA Y POLÍTICA. Al parecer, lo único que el presidente Pedro Castillo ha aprendido es a tomar juramento a ministros (y a unas pocas ministras); lo ha hecho tantas veces, que ya le sale casi perfecto. En el resto de obligaciones que demanda su cargo, en especial las que no son protocolares, sus incesantes desaciertos han provocado que su régimen se acerque cada vez más a la definición de “cacocracia”: el gobierno de los ineptos. Han pasado algo más de seis meses desde que asumió la Presidencia y solo ha logrado sostener una inestabilidad política que, a estas alturas, se ha convertido en cotidiana.
¿Afecta esta delicada situación a la economía? Hay implicancias de corto plazo, pero las más preocupantes son las de mediano y largo plazo. Con respecto a los efectos inmediatos, en vista de que la incertidumbre ya venía desde la campaña electoral –se acentuó con el nombramiento del Gabinete Bellido–, el primer impacto fue sobre la inversión, tanto la adquisición de bienes de capital y ampliación de capacidad instalada, como el inicio o reinicio de proyectos de mayor envergadura. Y la actitud hostil contra el sector privado que Castillo y sus colaboradores han exhibido ha empeorado las cosas. Si la inversión se paraliza, también lo hará el empleo formal y, por ende, el ingreso y el consumo.
Con respecto a los efectos más duraderos, un informe que el BCR publicó en su Reporte de Inflación más reciente (diciembre) pone énfasis en la correlación entre la estabilidad macroeconómica y el buen gobierno, basado en investigaciones realizadas por analistas y organismos como el Banco Mundial. La autoridad monetaria destaca que la estabilidad política “favorece el crecimiento económico de largo plazo y, con ello, la calidad de vida de la población”.
El canal más directo es que la estabilidad política y la estabilidad de las reglas de juego generan confianza y reducen la incertidumbre, lo cual se refleja en las expectativas. Un indicador que permite medir la estabilidad política es la permanencia del presidente del Consejo de Ministros (pues su remoción implica una crisis del Gabinete): en el país, pasó de un promedio de doce meses en el periodo 2001-2011 a seis en 2016-2021 –ahora se ha reducido a apenas dos meses–.
Asimismo, según el informe, existe una correlación positiva entre los indicadores de confianza empresarial y las tasas de crecimiento del PBI y de la inversión privada. Otra conclusión importante es que la calidad de la gobernanza también propicia la reducción de la pobreza. ¿Estaremos a tiempo de enmendar el rumbo?