PERCEPCIÓN CIUDADANA. A poco más de siete meses de gobierno, la aprobación del presidente Pedro Castillo cae mes a mes. Es verdad que su aprobación nunca fue alta – en agosto un 20% de peruanos aún no sabía qué pensar del mandatario–, pero con el paso de los meses la desaprobación cayó en más de 20 puntos porcentuales y se situó en 67%.
Se podrá argumentar que igual o mayor desaprobación recibe el Congreso, lo cual es cierto, pero el Parlamento ya es una institución que desde hace varios años no cuenta con el apoyo popular y, sin embargo, lo habitual era que el presidente tuviera una alta aprobación por lo menos durante su primer año de gobierno.
Castillo y su equipo ministerial han hecho suficientes méritos para generar una percepción negativa en la población (72% está descontento con el Gabinete), al punto que esta es ya general en todas las regiones del país (incluso en el centro y sur donde contaba con un mayor apoyo) y en todos los estratos sociales. Algo que tampoco sorprende es que la desaprobación sea mayor entre las mujeres, eso debido a todas las muestras del poco interés que le generan al Gobierno, que no ha dudado en nombrar ministros misóginos y acusados de violencia.
A esta percepción negativa en lo político se le suma el deterioro económico que sienten las familias en sus bolsillos. Si bien el año pasado las cifras mostraron un crecimiento económico, lo real es que se trató de un rebote, que incluso en otros países fue mayor. Lamentablemente, la ilusión de que este crecimiento continuaría este año se acabó.
El 50% de los peruanos dicen que con sus ingresos cubren parte de sus gastos, pero deben endeudarse y cumplen con sus obligaciones con esfuerzo, pero ya existe entre un 15% y 20% que declara que no puede cubrir sus gastos y adquiere deudas que ya no puede pagar. En estas circunstancias, preocupa que el Gobierno pierda tiempo aún en discusiones ideológicas y no se esfuerce por generar mayor inversión, sobre todo en el sector privado, que asegure la creación de nuevos puestos de trabajo. Por el contrario, en los últimos días las medidas asumidas ponen en peligro la formalidad en materia laboral y el impacto de las decisiones asumidas las sufrirá “el pueblo”, al que tanto alude el mandatario.
Si bien las encuestas son una mirada puntual a la percepción de las personas, el Gobierno no debería minimizarlas y haría bien en revisar su lista de prioridades, pues justo cuando el país va saliendo de la pandemia se necesita acelerar la recuperación económica en todos los sectores productivos.