Los índices de precios al consumidor (IPC) de Lima Metropolitana y a nivel nacional, que calcula el INEI, descendieron en dos meses consecutivos –octubre y noviembre–, y aunque es pronto para hablar de una tendencia, sí se ha hecho más probable que esa deflación sea reflejo de la recesión: demanda enfriada a consecuencia del deterioro del empleo y de los ingresos. Todavía no hay data al respecto de los citados meses, pero la situación no ha estado bien desde que comenzó el 2023. El consumo privado casi no creció en la primera mitad del año y se contrajo 0.1% en el tercer trimestre, mientras que la demanda interna se redujo en el primero, segundo y tercer trimestres, según el BCR.
Si bien en junio hubo desinflación, esta fue por un efecto puntual: el descenso del precio del pollo y sus cortes, más gallina y huevos, pues la producción avícola se recuperó tras superar una escasez de alimentos y la gripe aviar. En cambio, la disminución de los IPC nacional y limeño de octubre y noviembre fue más amplia, ya que afectó al rubro de consumo con mayor ponderación (alimentos y bebidas no alcohólicas, con 23.9% del total), que fue el que más descendió, pero también incidió en transporte y comunicaciones. Esos tres rubros tienen un peso que supera el 40% de la canasta básica de consumo.
Pero si la consigna es combatir el “pesimismo absurdo”, hay que notar que el abaratamiento de noviembre hizo que la inflación anualizada (la tasa acumulada de los últimos doce meses) se sitúe en 3.79% a nivel nacional y 3.64% en la capital, 0.73 y 0.7 puntos porcentuales, respectivamente, por debajo de las registradas en octubre. Dichas tasas están cercanas al límite superior del rango meta del BCR (entre 1% y 3% anual), aunque hay que recordar que la entidad solo toma como referencia la correspondiente a Lima. Si las expectativas inflacionarias continuaron reduciéndose, habría que esperar que el BCR vuelva a reducir su tasa de interés, por cuarto mes consecutivo –lo decidirá el jueves de la próxima semana–.
Y para evidenciar que en noviembre el ánimo de empresas y familias se mantenía en el tramo del “pesimismo realista”, dos indicadores de precios que reflejan la situación de la inversión privada cayeron: los precios de maquinaria y equipo, y los de materiales de construcción, ambos en Lima (el INEI no los calcula para el resto del país). Si a la crisis política, que la semana pasada se agravó aún más, se suman atentados violentos a instalaciones privadas, como ocurrió este fin de semana en la mina Poderosa, la confianza tardará en volve