MINISTERIO DE ECONOMÍA. En apenas 13 meses, Kurt Burneo se ha convertido en el tercer ministro de Economía de Pedro Castillo, y sus primeras declaraciones no han sido muy diferentes a las de sus antecesores. Ha dicho que buscará dinamizar la inversión privada impulsando la inversión pública y dando señales claras de lo que se hará con la economía nacional. A eso ha añadido que presentará “ideas muy claras” y las expondrá en los próximos días, pues, a su criterio, “un gran problema de la falta de confianza es el no saber cuál es el derrotero de la economía, por lo menos en los últimos meses, como para comenzar”.
Así expresados, los deseos del nuevo titular del MEF serían de aplaudir. Sin embargo, después de escuchar a sus antecesores decir ideas similares y no presentar casi ningún hecho concreto que avale esos deseos, es poca la credibilidad que puede tener Burneo. Sin duda, no se trata de un tema personal. La realidad ha demostrado el poco peso que los anteriores inquilinos del jirón Junín han tenido dentro del gabinete de ministros, a tal punto que incluso con la opinión en contra del MEF el Gobierno ha dictado decretos o aprobado leyes que perjudicaban directamente los esfuerzos por dar confianza a los inversionistas y fomentar el empleo formal.
Pero además de los grandes esfuerzos que deberá realizar el nuevo ministro para destrabar los grandes proyectos de inversión, como Chavimochic III, y mejorar la ejecución del gasto, Burneo ha puesto sobre la mesa la necesidad de buscar armonizar las políticas fiscal y monetaria –que está cargo del BCR–, una declaración que ha causado inquietud, por decir lo menos, pues es la primera vez en varias décadas que un ministro hace una declaración que podría considerarse una interferencia en la autonomía de la que goza el ente emisor.
Para calmar las dudas generadas, que incluso llevaron a que el banco de inversión JP Morgan calificara sus declaraciones de riesgosas, ayer el ministro se reunió con Julio Velarde y ratificó su absoluto respeto a la autonomía del BCR. Una medida necesaria para no generar una mayor incertidumbre, sobre todo cuando Burneo insiste en dar tranquilidad al mercado.
La comunicación permanente entre ambas entidades (MEF y BCR) nunca debe traducirse en intromisión, pues antes de los 90 el país ya sufrió las consecuencias de ello.