Por tercera ocasión, Perú es el país anfitrión de la reunión anual del Foro APEC, que reúne a 21 economías que son el destino de dos tercios de nuestras exportaciones. Nuestro país se incorporó al grupo en 1998 y la primera vez que le tocó cumplir ese rol, en el 2008, las circunstancias eran muy distintas.
El evento se realizó en medio de la crisis financiera internacional, que resintió el crecimiento mundial. Sin embargo, hasta ese momento, el Perú había registrado un crecimiento por encima del 7% anual en promedio el lustro anterior. Pese a la turbulencia, había optimismo.
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Por entones el país había empezado a consolidarse como una economía abierta. El TLC con Estados Unidos ya se había firmado y el acuerdo con China estaba en proceso. Durante los años que siguieron, al crecimiento lo acompañó los vientos favorables de los precios de las materias primas. La inversión privada era auspiciosa. Se creó empleo y la pobreza se reducía año a año.
En el 2016, cuando se celebró la segunda reunión del Foro APEC en Lima, si bien el crecimiento era menor, aún estaba por encima del 4% (2011-2016). Sin embargo, por entonces, también empezó el proceso de deterioro institucional que hasta ahora no termina. Tras la elección como presidente de Pedro Pablo Kuczynski, empezó una serie de eventos como su renuncia a la presidencia, la disolución del Congreso por parte de Martín Vizcarra, el caso Odebrecht –que alcanzó a numerosos políticos y empresarios–, la crisis sanitaria ocasionada por el covid-19, la elección de Pedro Castillo como presidente y su destitución tras su intento de golpe de Estado, entre otros.
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Hoy, que nos toca ser anfitriones por tercera ocasión, la espiral descendente a nivel institucional no se ha detenido. El Gobierno de Dina Boluarte se ha allanado a varias propuestas nefastas del Congreso. El populismo –y las medidas populistas– han alcanzado un pico no visto en varios años. Algunas instituciones, que antes eran garantía de sensatez, han empezado a mostrar indicios de disfuncionalidad. Y en el medio, los peruanos vemos amenazada nuestra integridad, y cualquier intención de emprendimiento, por la creciente inseguridad.
Pero no debemos claudicar. Más bien, la realización de la reunión anual del APEC en el Perú nos debe recordar la importancia de las políticas públicas sostenidas para alcanzar prosperidad, como la apertura comercial (entre 1998, año en que nuestro país se incorporó, y el 2023, las exportaciones peruanas hacia las economías del grupo crecieron 1,369.5%) y el impulso de las inversiones, que son el motor del crecimiento. Esperemos que las autoridades lo noten y el país recupere el camino hacia el desarrollo sostenido, que también pasa por el fortalecimiento de las instituciones.
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