MENSAJE. ¿Cuánto ha logrado el Gobierno desde el último discurso por Fiestas Patrias? ¿Y qué podemos esperar del próximo discurso?
Por el lado económico, como destacamos en un informe la semana pasada, varios de los anuncios del último discurso simplemente no han traído resultados. Es el caso, por ejemplo, de la promesa de mantener el déficit fiscal por debajo de 2.4% del PBI, meta que no solo se incumplió, sino que ahora el Gobierno directamente ha cambiado las metas hasta el 2028. En contra de las advertencias del Consejo Fiscal.
El destrabe de Majes Siguas II y el supuesto nuevo aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV) fueron otros dos anuncios del discurso del año pasado que no se llegaron a materializar. Más allá de si es necesario aumentar la RMV, lo que está mal es anunciar un aumento sin que este haya sido acordado en el Consejo Nacional de Trabajo (CNT).
En lo político, tampoco ha habido mucho destacable. Por el contrario, lejos de la estabilidad que se prometió recuperar, en el último año ha crecido aún más el número de escándalos protagonizados por el Ejecutivo. Incluyendo a la propia presidenta. Por ello no sorprende que su desaprobación haya crecido desde 79% en junio del 2023 hasta 90% en junio pasado (Ipsos).
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Se trata, además, de un Gobierno cuya cabeza nuevamente casi no ha hablado con la prensa. Su entrevista más larga le fue concedida a una cadena china, experiencia que permitió poco más que conocer los gustos de la presidenta cuando come chifa (algo que difícilmente le hayan entendido muchos ciudadanos chinos). Las recientes dudas sobre nuestra soberanía en la frontera, que comentamos en esta columna, también generan preocupación.
Por supuesto, lo anterior no quiere decir que todo lo que ha hecho el Ejecutivo el último año ha estado mal. Ha habido avances puntuales, como la consolidación de la relación con China, y siempre habrá funcionarios destacables que se esfuerzan por sacar adelante a sus instituciones. El problema, lamentablemente, es que el propio comportamiento y decisiones de la presidenta y varios ministros no ha permitido que esto sea lo que más destaque en el año que pasó, sino asuntos como los antes mencionados.
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Más que los aciertos, han destacado más varias decepciones. Entre ellas, el letargo frente a las urgencias que enfrentamos (salvo por casos puntuales), la falta de transparencia, la aparente incapacidad de reconocer errores y de darse cuenta de las consecuencias de su accionar irresponsable, que no construye, sino que retrocede y suma al rechazo que ya tenía parte de la ciudadanía hacia la mayoría de los políticos, facilitándole así el camino al próximo candidato populista que proponga patear el tablero.
Del próximo discurso, y en general de este Gobierno, sería bueno notar más pragmatismo y reconocimiento de errores. Pero difícilmente sea eso lo que veamos.