Analista económico
De los distintos sistemas de gobierno que existen en el mundo, la democracia suele considerarse como la mejor sin ser perfecta. Ello versus la comunista totalitaria, la tiranía, la oligarquía, la aristocracia, la monarquía, la parlamentaria, y varios otros mixtos entre los mencionados.
En el Perú, supuestamente, rige la democracia, donde la ciudadanía elige sus autoridades entre los diversos partidos políticos, y hay una división y autonomía de los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pura fantasía, nada de democracia real funciona en el país.
Los partidos políticos son, la gran mayoría, cascarones sin estructura, pocos afiliados, sin liderazgo ni ideología específica, formados para engatusar a los votantes con programas de gobierno embusteros para, encaramados como autoridades, impulsar sus intereses personales o grupales, en desmedro del beneficio general de la población.
Los poderes del Estado no están funcionando y, están colisionando entre ellos diariamente. Todos sus integrantes parecen haber cometido faltas y delitos, y prefieren permanecer, como sea, en sus cargos antes que verse fuera, investigados o encarcelados.
Obviamente, mientras ello está ocurriendo, se ha generado una incertidumbre descomunal que detiene o posterga las inversiones, especialmente las privadas que son las que impulsan puestos de trabajo, formalidad y pagan impuestos.
En esta suerte de barco al garete, sin visos de componerse y, más bien, de irse a pique, con mayores consecuencias negativas, al menos para la economía, el 2024 repetiríamos la recesión del año anterior.
Es posible que en el presente mes se muestre un crecimiento económico, comparativamente a enero del 2023, dada la gran violencia vivida en dicho periodo. Sería irresponsable que el gobierno presente ello como que ya lo peor está pasando, y que la reactivación se está produciendo.
Seguramente pondrán como ejemplo que la inflación está bajando. Eso es cierto. En parte por la política seguida por el BCR, pero también ello se debe al empobrecimiento de la población, que se ve obligada a reducir su consumo de bienes y servicios. No es para alegrarse entonces, pues lo estamos pagando con la tuya y con la mía.
¿Hay salida a la crisis actual? Según el periodista y analista político César Campos, en reciente artículo manifestó “nuestro país está jodido por donde se le mire”. Concuerdo con tal opinión para el corto plazo. Pero prefiero considerar que los sistemas, como lo es un país, tienen ciclos y que se podrá tener mejores años en el largo plazo.
En su interés o desesperación, algunos proponen recortar el periodo presidencial y del Congreso, de alguna forma constitucional o no, y llamar a nuevas
elecciones generales. De suceder, con la actual situación de los partidos, el elenco de candidatos que competirían nos podría dar un resultado similar al vigente. Mientras, la incertidumbre aumentaría y la economía continuaría su debacle.
Otros creen que la solución está en un cambio importante del Consejo de Ministros, que incluya a una mezcla de políticos y técnicos de reconocida trayectoria moral y profesional. Muy difícil de realizar. Ser parte de un régimen que es la continuación dulcificada de Pedro Castillo y Perú Libre, puede complicar la vida futura a quienes accedan a ser los ministros de turno.
Recientemente se experimentó el caso del ministro de Economía y Finanzas, quien por su ineptitud y desaciertos en muchas de sus declaraciones, necesita ser cambiado a la brevedad posible, renunció y luego se desdijo sin mayor recato. Tal renovación de no darse será por falta de un sustituto que se aventure a la heroicidad.
Seguro, siempre habrá candidatos para ponerse la banda de ministros, pero serían personajes de pergaminos secundarios. De los 19 ministros actuales, ¿cuántos nombres puede uno recordar? Pocos sin duda. Tampoco uno logra mencionar que resultados favorables han cumplido en su gestión. Flotar y sobrevivir políticamente nada más.
Una tercera “solución” es que, por hartazgo o por cálculo político futuro, varios grupos opten por generar el caos y vuelva la violencia, con un resultado imprevisible, pero económicamente nocivo. El peor escenario es que esa barbarie la promueva la minería ilegal y el narcotráfico, pues cuentan con mucho dinero para propiciarla.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.