Gerente de Alternativos y Análisis de Prima AFP
La transición energética implica un cambio en los modelos de producción, distribución y consumo de la energía para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo las energías renovables cruciales para lograr este objetivo. En la última década se ha observado un incremento importante en la generación de energía renovable, alcanzando casi el 30% de la generación de energía a nivel global. Sin embargo, este ritmo de crecimiento es insuficiente si queremos alcanzar las metas globales de emisiones al 2050 que, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, implican una participación de la generación renovable del 60% para el 2030.
En esta línea, China tiene como objetivo que el 33% de la generación de electricidad provenga de energías renovables para el 2025. Mientras que Estados Unidos aprobó la Ley de Reducción de la Inflación, que amplía el apoyo a las energías renovables en los próximos 10 años. Por su parte, la Unión Europea ha incrementado su objetivo con el Plan REPowerEU en respuesta a la crisis energética resultante de la invasión rusa en Ucrania. En general, existen compromisos de emisiones netas cero al 2050 de aproximadamente el 85% de las emisiones mundiales.
Esta transición hacia energías renovables implica diversos retos financieros, tecnológicos, sociales, geopolíticos y de abastecimiento. En particular, la participación de los minerales en esta tarea es clave en un mundo que cambia a fuentes renovables de energía y redes eléctricas. Por ejemplo, las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio, siendo el cobre un elemento que juega un papel clave con respecto a la infraestructura renovable y los vehículos eléctricos (cuyos motores usan 3 veces más cobre que los vehículos tradicionales). Mientras que el zinc lo hace en la galvanización del acero, las baterías y la infraestructura.
Esta transición representa una gran oportunidad para el Perú, dada la relevancia y potencial que tiene en la producción de minerales. Justamente ocupamos el segundo lugar a nivel mundial de producción de cobre y zinc (a nivel de reservas, somos terceros en cobre y quintos en zinc). Sin embargo, según las proyecciones del Banco Central de Reserva y el Ministerio de Energía y Minas, se espera una caída de la inversión minera de 16% para el 2023 y 9% para el 2024 y con la mayoría de los proyectos en cartera en pausa debido la crisis política y social.
Los problemas estructurales que debemos solucionar como país son diversos (gobernanza, desigualdad, educación, salud, etc.), pero difícilmente los podremos solucionar si no logramos mantener un crecimiento económico sostenido, con generación de empleo formal.
En este contexto, la inversión privada y la minería juegan un rol importante. Necesitamos a una minería responsable y sostenible que nos permita aprovechar como país la oportunidad que nos brinda la transición energética.
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