Directora de Educación Continua del Instituto Certus
Cuando se desató la pandemia, pocas empresas estaban preparadas para cambiar sus modelos de negocio y adaptarse a la transformación digital. De la noche a la mañana, algunos puestos de trabajo quedaron obsoletos, pero surgieron nuevos departamentos, roles y posiciones. Sin embargo, las organizaciones no necesariamente tenían profesionales con el perfil idóneo para asumir esos nuevos retos y tampoco estaban disponibles en el mercado. Ese fue un momento revelador que nos obligó –y nos obliga aún– a preguntarnos qué tipo de profesionales necesitamos para crecer y no estancarnos.
La primera reflexión debe ser individual. ¿Cómo me preparo yo, profesional, para responder a los grandes retos en mi campo de especialidad o en la empresa donde trabajo? Actualmente, las megatendencias y la automatización impactan el trabajo del 61% de los empleados, según el informe Decoding Global Talent, de Boston Consulting Group y The Network. Eso no significa que desaparecerán las oportunidades de empleo, pero sí que las empresas demandarán de nosotros nuevas habilidades y competencias.
En ese sentido, para potenciar nuestro perfil profesional existen dos caminos. Primero, el upskilling, que implica aprender nuevas habilidades para adaptarse a los puestos actuales; y segundo, el reskilling, que se basa en adquirir nuevas habilidades para hacer un trabajo diferente al que estábamos acostumbrados, considerando que según el foro Económico Mundial The future of Jobs, la digitalización podría crear al menos 133 millones de nuevas ocupaciones.
Estos datos nos advierten que las competencias y habilidades que antes destacábamos en nuestros currículums, ya no son suficientes para trascender en las organizaciones. Hoy necesitamos adquirir más destrezas técnicas y digitales para aportar valor en cualquier industria. Evidentemente, debemos complementarlas con habilidades socioemocionales como la empatía, resiliencia, trabajo en equipo, creatividad, entre otras características profesionales muy valoradas y difícilmente reemplazables por las máquinas.
Por último, amerita una reflexión corporativa. Ante los cambios drásticos muchas empresas inician despidos y nuevos procesos de selección. Para mí, ambas decisiones son equivocadas porque comprometen la rentabilidad y salud organizacional. En cambio, considero más importante fomentar una cultura de aprendizaje constante. Los talentos internos sí pueden convertirse en piezas clave, pero necesitan oportunidades de desarrollo.
Trabajemos juntos, profesionales y empresas, para enfrentar los desafíos de una nueva era. Desarrollemos nuestro talento para generar nuevos servicios y productos que respondan a las necesidades y problemas de la sociedad. El país necesita una nueva visión de profesionales y empresas para forjar un mejor futuro para todos.