Claudia Alfaro, Cofundadora de Kaudal
La percepción de que las máquinas reemplazarán a los humanos aún es muy común y, según este estudio, es más común que se piense que reemplazarán a las propias personas que trabajan hoy en el área de tecnología. Como una persona que trabaja en el área tecnológica, sin ser “oficialmente tecnológica”, déjenme decir que no opino igual, y a continuación les doy tres razones:
Hay que distinguir un trabajo de una tarea.
La mayoría de trabajos tiene como responsabilidad ejecutar varias tareas, y algunas de ellas suelen ser más manuales y operativas que otras. Al final del día, cuando las tareas se convierten en procesos predecibles, la creatividad humana no aporta ningún valor ahí, más que ejecutarlo. Increíblemente, es aquí, cuando la persona actúa casi en automático, que se disminuye la productividad. Porque básicamente estás desperdiciando el cerebro humano que puede seguir realizando tareas más complejas, en cosas que podría estar haciendo una máquina. Apostaría que muchas de las personas que leen estas líneas tienen esas tareas que encuentran tediosas y repetitivas de hacer, pero son las responsables de hacerlo, y además no sabrían por dónde empezar a automatizarlas.
Oportunidad única: Más personas en tecnología
Seguramente otro razonamiento podría ser: ¿y qué pasa con los que no tienen los estudios para trabajar en otra cosa? Lo bueno de esta era y sus avances tecnológicos es que ha democratizado el conocimiento. Cualquier persona con un celular y acceso a internet puede seguir desarrollando habilidades que se necesitan para el futuro, si es que así lo desea. Además, el ámbito tecnológico sigue abriendo más puertas a personas que no tienen un perfil tecnológico. Ahora contamos con herramientas no-code, con las cuales no necesitas saber de programación para crear desarrollos digitales como webs, aplicaciones móviles o incluso softwares más complejos (CRMs u otros). Asimismo, la inteligencia artificial es un gran “copiloto” que nos puede ayudar a construir con estas herramientas o incluso construir soluciones por nosotros solo sabiendo cómo pedirlo. Esta democratización de la tecnología está abriendo las puertas a nuevas oportunidades para aquellas personas que antes se sentían excluidas.
Como lo mencioné anteriormente, la IA se ve como un complemento para desarrollar tareas, un “copiloto” como Microsoft bien le ha puesto el nombre a su IA de productividad. En algunos trabajos de tecnología ayuda a escribir mejores códigos, y en algunos casos de procesamiento de datos, a obtener mejores insights. Pero al final del día, suele ser el humano, en la mayoría de los casos, quien debe hacer la solicitud para obtener una respuesta. Es decir, finalmente siempre hay alguien responsable de configurar “la máquina”, de hacer los pedidos, de pensar en qué tarea quiere resolver primero. Y es aquí donde las personas deben adaptarse y hacerse indispensables. Me encanta la escena de la película “Talentos ocultos” (“Hidden Figures”), donde Dorothy Vaughn aprendió a programar el sistema de procesamiento de datos de la IBM, que eventualmente reemplazaría a las “computadoras” (las mujeres que corrían los cálculos de manera manual para las proyecciones de trayectoria de la NASA). Dorothy Vaughn no solo se adaptó a la nueva tecnología, sino que le enseñó a todo su grupo a cómo programar la máquina, y así se convirtió en la primera mánager afroamericana de la NASA.
Responsabilidad de las organizaciones y Gobierno
De igual forma, no solo se trata de que las personas estén más propensas a adaptarse y aprender, sino que las organizaciones donde trabajan y hasta el propio Gobierno, deberían desarrollar más programas para ponerlas al día. Sobre todo en organizaciones que, lamentablemente, después de la pandemia han tenido que hacer un recorte de personal o han encontrado con la tecnología formas de automatizar tareas que antes solo hacían personas. La responsabilidad debería ser capacitar a sus colaboradores para que estén listos para este mundo cambiante, ya sea que los quieran recolocar en otras posiciones o dejarlos ir, pero preparados para lo que se viene. Además, está demostrado que un colaborador mejor capacitado no solo es más feliz, sino que es más productivo y fiel a su organización, porque siente la verdadera preocupación de su institución.
Finalmente, quiero recalcar que tanto los lugares de trabajo como la tecnología se encuentran en una evolución constante, por lo que cada persona debería aprender a adaptarse con cada ola de cambio y hacerlo rápido para seguir siendo indispensable. Como decía Leon C. Megginson, “no es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente. Es aquel que es más adaptable al cambio”.