En aproximadamente dos meses se cumplirán cinco años desde que llegué a este hermoso país. En mis primeros días en Lima, noté algo que me llamó la atención: en los días de pago, veía a muchas personas haciendo colas en los cajeros automáticos para retirar su dinero. “¿Por qué haces eso?”, le pregunté a una de ellas. “Para tener la plata conmigo y pagar mis cuentas”, me respondió.
En ese momento, caminar con dinero en el bolsillo era lo habitual. Desde comprar una gaseosa hasta pagar el recibo de un servicio parecía depender solo de monedas o billetes. De inmediato entendí que, para el banco, nuestra competencia no eran otras entidades financieras, sino una costumbre muy arraigada entre los peruanos: el uso del efectivo.
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A partir de la pandemia, esa realidad fue cambiando por razones obvias. En la actualidad, las cifras comprueban el espectacular crecimiento que han tenido los canales digitales de la banca. Un informe emitido este mes por el Banco Central de Reserva (BCR) indica que, a diciembre del 2022, el 47% de los pagos minoristas fueron realizados a través de las billeteras digitales. Hay que resaltar que esa cifra se registró antes del inicio de la interoperabilidad de estas funcionalidades, por lo que se estima que debe haber aumentado por la facilidad que existe hoy en los procesos de pago.
Haciendo referencia a información de BBVA, el año 2023 se cerró con la cifra de 241 millones de transacciones realizadas solamente a través del aplicativo móvil. Esta cifra representa un crecimiento de más del 40% interanual. En total, el 58% de las transacciones monetarias que realizan personas naturales se efectúa a través de ese mismo canal.
En líneas generales, el caso que se ha dado en el Perú es una importante señal de progreso en el sistema financiero. Es una extraordinaria práctica que puede servir como ejemplo para otras geografías, sin perder de vista que aún hay un espacio amplio para seguir creciendo. Hemos avanzado exponencialmente en la digitalización de las operaciones, pero la tarea no ha terminado.
En la medida en que más pymes y micro negocios sigan incorporándose al sistema financiero utilizando las billeteras electrónicas, vamos a crecer como país.
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El uso de los canales digitales facilita el conocimiento de la capacidad de pago y de crédito que podrían tomar todos estos comercios. De esta manera, tendrán más posibilidades de formalizarse y acceder a nuevas formas de financiamiento, lo que les permitirá impulsar el crecimiento de sus negocios y profesionalizar sus emprendimientos.
Bancarizar es un pendiente en muchos países de la región, por lo que se requieren programas y acciones que se desarrollen entre los diversos actores de la economía. La digitalización es un potente mecanismo de bancarización e inclusión financiera desarrollada por la iniciativa privada, pero debe llegar acompañada de políticas gubernamentales que atiendan el gran reto de la informalidad. En paralelo, la educación financiera es clave para que las personas pierdan el miedo a la formalidad y conozcan sus grandes beneficios a largo plazo como son una mayor productividad, el acceso al crédito y la expansión de los negocios.
En la medida que vayamos entendiendo cómo funcionan los canales digitales, la tecnología, la biometría, los medios de pago, los productos financieros, entre otros, iremos perdiendo el miedo a adoptar nuevas formas de hacer las cosas.
Comencé narrando una anécdota que viví ni bien llegué a Lima y creo que otra historia personal puede servir para graficar el avance que se ha logrado en el país en materia del uso de canales digitales. Hace poco estuve de vacaciones en México y fui con mis hijos a una taquería. Acostumbrado a las facilidades que hoy tenemos en Perú, salí sin efectivo. Para mi sorpresa, el local no tenía POS, no podía darme un número de teléfono o de cuenta bancaria para hacer una transferencia y solo aceptaba los pagos en físico. Tardé casi media hora en buscar un ATM y retirar efectivo.
Es un caso concreto que demuestra la evolución de los medios de pago en el Perú, pero el avance todavía es insuficiente. El sistema bancario tiene la gran misión de seguir impulsando la transformación digital, fortaleciendo la inclusión financiera con soluciones que satisfagan las necesidades de sus clientes, mientras que las autoridades deben comprometerse a reducir los porcentajes tan altos de negocios informales con acciones que faciliten el acceso a la formalidad. Debemos tener claro que la digitalización es una ola que seguirá creciendo con los nuevos avances tecnológicos y que será fundamental para el crecimiento de nuestras economías.
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