Presidente de la Confiep
El 2023 será un año sin duda retador y nuestra economía está enferma y con pronóstico reservado, contrayéndose en dos trimestres consecutivos. Mientras tanto, El Niño muestra su temperamento destructivo, elevando las probabilidades de hacer una pataleta hacia inicios de verano con consecuencias devastadoras en el norte del país. La agricultura y la pesca, sin embargo, vienen sufriendo desde hace unos meses las consecuencias del afiebrado fenómeno de El Niño; con caída de frutos y sin floración, la productividad de esta y la próxima campaña agrícola se ven comprometidas y en el mar, con la virtual desaparición de la anchoveta de nuestras costas, el panorama pesquero es desolador.
Urgen medidas de salvataje para ambos sectores: asegurar el financiamiento para el agro y la seguridad alimentaria para el país, devolver el carácter promotor a la regulación agraria y desvincular el bono BETA de la remuneración básica, proteger canales de regadío para asegurar la continuidad de operaciones agrícolas y en pesca, y permitir que la flota pesquera salga a capturar las especies de aguas cálidas para consumo humano que aparecen en el litoral, lo que permitirá, además, ofrecer pescado de calidad a buen precio para los peruanos. También generar independencia al Imarpe como organismo técnico para maximizar la captura a la vez de preservar la salud de la biomasa.
Se debe acelerar las obras de prevención contra inundaciones y deslizamientos para que la situación no empeore. Según el contralor, solo se ha ejecutado el 6% del presupuesto que la señora presidente anunció hace unos meses en el Centro de Convenciones de Lima.
Es necesario ver a un Gobierno enfocado en superar los enormes retos que enfrenta el país y no distraído en emprendimientos empresariales de alto riesgo como lo es la industria petrolera, adjudicando a dedo la explotación de lotes petroleros a la agonizante estatal Petroperú, quien con el mayor desparpajo pretende una nueva inyección de capital a modo de salvataje. Lo anterior es tan absurdo como que un enfermo hospitalizado en cuidados intensivos pida cigarrillos, drogas y alcohol a la familia para hacer una fiesta en la sala UCI.
La receta es siempre la misma: generar las condiciones para atraer inversiones, las que a su vez generarán empleo y crecimiento económico. Claramente no lo estamos logrando, el 2023 creceremos entre 0.6% y 1%, con lo que la pobreza ganará terreno. La consultora Macroconsult proyecta que, si crecemos al 5% sostenidamente, recién el 2028 alcanzaremos los niveles de pobreza prepandemia, pero si crecemos un 2.6% anual nos tomará hasta el 2036.
El análisis anterior nos obliga a encender todos los motores del crecimiento, pues nuestro objetivo debe ser la lucha frontal contra la pobreza. Retomemos la agenda de la competitividad.
Finalmente, la educación no puede ser una ficha de juego o moneda de cambio en la política. Lamentamos que el Congreso haya aprobado una ley que elimine la meritocracia en el magisterio. Esperamos que el Ejecutivo la observe.