Exministro de Salud
No debemos dudar, ni negar, que las coberturas de vacunación del calendario nacional en nuestros niños, adultos mayores y personas expuestas (por condiciones de salud), se ha visto seriamente afectada durante el largo tiempo de pandemia. Más allá del mal manejo que hizo de la misma, la gestión del presidente Vizcarra y sus ministros, con la utilización de las mal llamadas “pruebas rápidas”, el “cierrapuertas” del primer nivel de atención, la falta de oxígeno. las cuarentenas irracionales y el inmoral y cínico “vacunagate”; que convirtió al Perú, en el país con el más alto índice de muertes y contagios por millón de habitantes, enlutando más de doscientos mil hogares, dejando sin trabajo a más de cinco millones de peruanos incrementando la pobreza y la informalidad, tiempos dolorosos y aciagos, que esperamos no vuelvan, así como una inmensa mayoría de ciudadanos esperan que los causantes de esta calamidad nacional, sean confrontados por sus actos y nunca más decidan los destinos de nuestra nación.
Pero, avoquemos nuestras preocupaciones en lo desatendido, que fue y sigue siendo muy grave: enfermedades crónicas sin tratamientos, pacientes con cáncer, no diagnosticado y peor tratados, cirugías postergadas, enfermedades raras desatendidas y descuidadas las coberturas de vacunas en niños y poblaciones vulnerables; en este último tema, es incuestionable que después del agua potable segura y oportuna no hay intervención sanitaria preventiva más costo efectiva que las vacunas. Estas son capaces de evitar enfermedades y brotes epidémicos, un sinnúmero de infecciones, cáncer, desnutrición infantil, anemia, atenciones ambulatorias, hospitalizaciones, ausentismo escolar y laboral, discapacidades y muertes. Significan una estrategia frontal contra la desigualdad, la inequidad y la pobreza. No es sensato pues reducir su utilización a reducidos indicadores de costo efectividad y mucho menos diluir su enorme importancia en aspectos estrictamente presupuestales.
Cada punto porcentual, por debajo de la cobertura ideal de 95%, en nuestros niños menores de un año, significan más de cinco mil niños desprotegidos y sometidos a los riesgos descritos en el párrafo anterior. Cuando nuestras coberturas están por debajo del diez por ciento de lo ideal, entonces son más de cincuenta mil niños y sus hogares enfrentados a enfermedad y pobreza; similares impactos pueden ocurrir en otras etapas de vida y poblaciones vulnerables: infancia y adolescencia, gestantes y adultos mayores, personas portadoras de enfermedades crónicas y raras. Es por estas razones, la necesidad urgente de revertir las bajas coberturas con políticas, estrategias y planes, que sean claros, consensuados y presupuestados, que involucren a todos los actores y aliados. Más allá de voluntades de algunos funcionarios y austeras campañas comunicacionales, se requiere la participación y compromiso político de nuestras máximas autoridades, sanitaria (léase ministro de salud), económica (léase ministro de economía) y de nuestros legisladores, en la dacion de la normatividad y los recursos requeridos.
Esta semana en Brasil se reportó un nuevo caso de parálisis infantil en una menor de tres años con vacunas “incompletas” que motivó la alerta inmediata del propio ministerio de salud brasileño como de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a fin de descartar su relación con el virus de poliomielitis (salvaje o pastvacunal). Recordemos que dicho país ha alcanzado las más bajas coberturas vacunales de los últimos tiempos lo que representa un riesgo inminente para toda la región. ¿Nos preguntamos entonces si lo deseado es volver a los indicadores vacunales prepandemia? La respuesta es tácita y rotunda: NO. La propuesta que abrigamos los profesionales y no profesionales la salud, pero sensibilizados y convencidos de los beneficios incalculables de las vacunas va mucho mas allá. No es suficiente alcanzar cifras de coberturas prepandémicas. Nuestro país se merece mucho más que eso.
El Ministerio de Salud tiene ahora la gran oportunidad de vacunar más niños y poblaciones vulnerables con más y mejores vacunas, somos conscientes de los enormes vacíos y oscuridades administrativas del gobierno del presidente Castillo; no obstante, ante tremendas dificultades y antes de perder totalmente las esperanzas, que como ciudadanos mantenemos desde hace más de un año, alentamos algunas propuestas formuladas por sociedades científicas, colegios profesionales, universidades, organizaciones regionales de salud y la propia sociedad civil organizada, quienes proponemos como viable y reconocible para la actual gestión, una nueva Norma Técnica de Inmunizaciones, que no quede estática en el tiempo sino con proyección para los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2030, que pueda incluir nuevas y mejores vacunas que signifiquen mayor y mejor protección.
Es el caso de nuestros niños prematuros, quienes luchando como grandes guerreros y sumado a los enormes esfuerzos del personal asistencial, logran salvar la vida; sin embargo al salir de alta, se exponen a infecciones como, el virus sincitial respiratorio, requiriendo nuevas hospitalizaciones, cuidados intensivos y/o presentan efectos adversos por no contar con vacunas más seguras y protectoras; deberíamos contar con vacunas frente a nuevos serotipos circulantes, por ejemplo de Influenza, Papiloma humano en niños (no sólo niñas), vacunas para poblaciones vulnerables, portadores de VIH o de enfermedades raras o inmunodeficiencias, entre otras. En este camino de inclusión de nuevas y mejores vacunas transitan los demás países de la región, por lo que no se propone nada nuevo ni insólito para el Perú.
No es argumento válido ni sostenible, plantear que somos un país de renta media, con una economía muy afectada por la pandemia y la guerra de Europa; esto no es más que encubrimiento grave, si observamos la bajísima ejecución presupuestal de los diversos pliegos, o peor aún, las pérdidas por vacunas adquiridas, próximas a vencer (según informe de la Contraloría General de la República, el riesgo de vencimiento de varios millones de dosis de vacunas contra COVID podrían alcanzar más de novecientos millones de soles siendo mucho más que el actual presupuesto de vacunas del Minsa que alcanza los quinientos millones de soles); es una alarmante realidad de escasa planificación así como de inacción en revertir esta situación.
No debemos tampoco, caer en la trampa del argumento -dizque científico- de demostrar la carga de enfermedad o los resultados de costo-efectividad. Debemos reconocer que, siendo un país con insuficiente vigilancia epidemiológica, en consecuencia, de escasa data, al compararnos con diversos países de la región, resulta en un argumento insostenible. Si nuestros anteriores gobernantes hubieran argumentado en esa lógica, nuestro país no habría incorporado tantas vacunas desde el año 2006. En aquella época el calendario nacional apenas incluía cinco vacunas en el primer año de vida y un presupuesto que apenas alcanzaba los treinta millones de soles. Para el 2008, pasamos a tener más de once vacunas y un presupuesto que bordeó los cuatrocientos millones de soles, evitando miles de muertes en nuestros niños por neumonía, meningitis y diarreas agudas. Este camino ha continuado, aunque más lentamente hasta incluir diecisiete vacunas en la actualidad y no debe desacelerarse ni detenerse.
La experiencia de los demás países de la región debe aprovecharse. Nunca será posible tener toda la evidencia científica que los acuciosos expertos podrían reclamar. Es imperativo el balance con las decisiones políticas por el bienestar de las grandes mayorías y de la población vulnerable. No existe mejor ejemplo, que el desarrollo en brevísimo tiempo, de vacunas contra el COVID 19, ampliamente requeridas por todos los gobiernos y cuyos resultados no han significado sino la mejor estrategia para el control de la pandemia. Mejorar a la brevedad las coberturas de vacunas y la dación de una nueva norma técnica de inmunizaciones mirando al futuro se traducen en más y mejores vacunas. La decisión está en la actual gestión gubernamental y sin temor a equivocarme es la real y última oportunidad de hacer algo por el Perú.