Universidad del Pacífico
Las administraciones locales y regionales afrontan muchos retos que van desde lo financiero a lo administrativo. Son múltiples los problemas que observamos cada día. Observamos ineficiencia, escasez de recursos y corrupción. En algunos casos, tenemos el cóctel de los tres, y en algunos ninguno de ellos. Los problemas son múltiples, pero no podemos decir que se den en todos los gobiernos locales y regionales a pesar de las múltiples experiencias que vemos en los medios. Existe una alta heterogeneidad.
Ello se aplica también a los temas financieros. Tenemos municipalidades que tienen recursos en exceso y muchos deficitarios. Ello evita que tengamos a los ciudadanos atendidos de manera adecuada por el Estado por lo cual tenemos una situación de emergencia en muchas zonas. Por ello es que debemos pensar en formas de mejorar la capacidad administrativa e introducir mejoras en recursos humanos y muchos temas adicionales.
Las necesidades son múltiples y casi innumerables, por lo que debemos trabajar en diversos aspectos de manera simultánea, pero, como siempre, los recursos son escasos y debemos priorizar. Y debe trabajarse de manera diferenciada dado que existen distintos tipos de municipalidades y gobiernos regionales. Tenemos ciudades y centros rurales y todos son tratados de la misma manera. Uno de los primeros puntos es empezar a legislar de manera diferenciada, pero de manera simple. Los procesos administrativos muchas veces son engorrosos y generan pérdida de tiempo de los funcionarios y también generan oportunidades de corrupción.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que tenemos ciudades que han ido expandiéndose y tienen distintos problemas en común, como la contaminación o la congestión, y no están preparadas para esos problemas. En este tipo de jurisdicciones deben contar con una legislación en común parecida a la que rige para Lima Metropolitana. Este es solo uno de los aspectos a tratar, las competencias exclusivas y compartidas de los diferentes tipos de municipalidades deben ser revisadas también y tomando en cuenta las capacidades de las municipalidades en cuanto a recursos financieros y administrativos.
Esto nos lleva a considerar una tipología de municipalidades que no solo tome en cuenta la ruralidad o los centros poblados sino las capacidades financieras, la población con que cuentan, la ubicación geográfica, los recursos humanos y el grado de institucionalidad de la sociedad civil que pueda servir como interlocutor válido con las autoridades. Por otro lado, debe considerarse el tema cultural también. Uno lee con consternación en la revista The Economist como en el departamento de Áncash los pobladores han destruido un sistema que se había construido para anunciar cualquier inundación porque creían que esos dispositivos iban a robar las aguas de las lluvias. Uno desde una perspectiva occidental podría pensar que lo que han hecho es absolutamente irracional, pero las razones que esgrimen -buenas o malas- deben ser entendidas correctamente. Ello nos lleva a un nuevo reto, saber comunicar las iniciativas y legislación en términos que sean entendibles para la población de las distintas jurisdicciones. El tema intercultural debe ser abordado de manera inmediata porque en su poca atención están parte de los conflictos que observamos a nivel local.
Como vemos debemos trabajar en muchas áreas que busquen sinergias entre las mismas de tal manera de poder mejorar la forma en que las políticas públicas tengan un impacto positivo en la población. Este esfuerzo debe ser permanente y no solamente ponerse sobre la mesa cuando hay elecciones. No debemos repetir la historia de siempre.