Considerar a Juan Guaidó presidente y a la vez pagar impuestos al régimen de Nicolás Maduro. Las aspiraciones de cambio de muchos en Venezuela, y de gran parte de la comunidad internacional, chocan con la realidad de un país bajo férreo control chavista.
“Todo sigue igual”
En una oficina de impuestos de Caracas, Alberto González, de 44 años, entrega documentos a funcionarios gubernamentales. “Uno quiere cambios (...), porque el país está mal, pero lo cierto es que todo sigue igual”, se lamenta.
Largas filas se ven en edificios públicos, de paredes empapeladas con imágenes de Maduro y del fallecido líder socialista Hugo Chávez.
Antes de partir, Alberto dice estar “cansado” de la crisis, con seis años de recesión, hiperinflación y una moneda destruida.
Para Miguel Ángel Latouche, especialista en ciencias políticas, a lo largo de 20 años el chavismo puso las instituciones “al servicio de su proyecto” para anclarse.
En un proceso fuertemente ideologizado, transformó las instituciones y creó otras como las “comunas”, organizaciones vecinales de autogobierno, explica.
Y mientras la “utopía” de una “revolución” caló en grupos excluidos, la oposición no ha logrado construir un discurso que penetre sectores “colonizados” por el chavismo, como el militar, añade Latouche.
Sin control
Burlando una prohibición de salida de Venezuela, Guaidó se reunió el lunes en Bogotá con el presidente colombiano, Iván Duque, y el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.
Sin embargo, tras un año de ofensiva con Estados Unidos como principal apoyo, “la estrategia (...) no ha funcionado”, dice Alexander Main, del Centro de Investigación de Economía y Política, en Washington.
“No tiene más control del territorio ni de las instituciones del que tenía” el 23 de enero de 2019, cuando se autoproclamó mandatario encargado con respaldo de medio centenar de países, apunta Main.
En el corazón de la estrategia están sanciones financieras del gobierno de Donald Trump, que incluyen desde abril pasado un embargo al crudo venezolano.
De las exportaciones petroleras hacia Estados Unidos dependía 75% del flujo de caja de Venezuela en 2018, obligando a reconducir hacia China, Rusia (aliados de Maduro) e India envíos de la mermada producción de la estatal PDVSA.
Estados Unidos y Venezuela rompieron relaciones tras el respaldo de Trump a Guaidó, cuyo representante, Carlos Vecchio, controla la embajada venezolana en Washington.
Vecchio celebra que el respaldo internacional “se ha reafirmado” tras la ratificación hace unos días del opositor como jefe legislativo, cargo desde el que reclamó la presidencia interina.
Washington entregó a Guaidó el control de cuentas bancarias y del refinador CITGO, a favor del cual emitió una licencia para protegerlo de acreedores de la deuda externa venezolana, de unos 150.000 millones de dólares.
Pero no llegan recursos para paliar una crisis que ha expulsado del país a 4,6 millones de personas.
Según la encuestadora Datanálisis, la popularidad de Guaidó ha caído de 63% a 38,9%.
Dualidad
Varios países mantienen relaciones consulares y comerciales con funcionarios de Maduro, pese a renovar su respaldo a Guaidó ante la proclamación, con apoyo chavista, del disidente opositor Luis Parra como jefe legislativo.
Perú reconoce como “legítimo embajador” a un delegado de Guaidó, Carlos Scull; pero su cancillería comentó que Lima conserva relaciones consulares con Maduro “para proteger a los peruanos en Venezuela y acoger a los venezolanos que deseen pedir visa” humanitaria.
El intercambio comercial continúa entre privados.
Maduro también rompió relaciones con Colombia en febrero de 2019, tras el fallido intento de Guaidó de ingresar alimentos y medicinas donadas por Estados Unidos. El otrora intenso comercio bilateral colapsó.
Brasil no reconoce a Maduro, pero personal de Guaidó que invadió a finales de 2019 la embajada venezolana en Brasilia debió retirarse con mediación del gobierno de Jair Bolsonaro.
Según Main, muchos buscan “formas de restablecer relaciones”, pero son “discretos porque desean mantener buenas relaciones” con Trump.
En España, el jefe de gobierno Pedro Sánchez aceptó a un embajador de Guaidó, aunque es una “relación protocolaria”, pues “la relación funcional y operativa sigue siendo con la administración de Maduro”, dijo una fuente de la cancillería.
Insuficiente
El nuevo gobierno de Argentina, presidido por Alberto Fernández, retiró el reconocimiento que había otorgado a Guaidó su antecesor Mauricio Macri.
Al contrario, en Bolivia Maduro perdió a su aliado Evo Morales, mientras el mandatario electo de Uruguay, Luis Lacalle Pou, promete una línea dura diferente a la de Tabaré Vázquez.
El liderazgo de Guaidó, apunta Latouche, sigue sosteniéndose en el respaldo internacional, que “es muy bueno, pero no suficiente”.