Más de 260 millones de cristianos ortodoxos celebraban este domingo la Pascua en unas condiciones excepcionales, pues las autoridades pidieron a la gente que se quede en casa, aunque en algunas zonas prevén celebrar la fiesta con normalidad.
En un discurso televisado, el Patriarca ruso Kirill destacó "la terrible enfermedad que ha tocado a nuestra gente". La iglesia está vacía pero "estamos juntos, una gran familia de creyentes ortodoxos", dijo Kirill.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, no acudió a un servicio como de costumbre, sino que visitó una capilla en su residencia en las afueras de Moscú.
Los ortodoxos, que constituyen la tercera rama más importante del cristianismo en número de creyentes, celebran este año la resurrección de Cristo una semana después de los católicos y los protestantes, que tienen otro calendario.
El pasado domingo, los festejos de Pascua dieron lugar a unas escenas inauditas, con lugares de culto completamente desiertos, como la plaza de San Pedro del Vaticano.
Fue uno más de los contratiempos históricos provocados por el nuevo coronavirus, que causó ya más de 150,000 muertos en todo el mundo y obligó a confinarse a la mitad de la humanidad.
En conjunto, los ortodoxos se preparan para vivir una experiencia parecida, aunque Europa oriental y los países antaño pertenecientes a la URSS se hayan visto menos afectados por la epidemia que Occidente.
“Medicina espiritual”
Para atajar la propagación de la pandemia, Kirill, jefe del Patriarcado de Moscú, que afirma ser el que más fieles tiene en el mundo (150 millones), recomendó que las ceremonias se sigan desde casa.
No obstante, muchos lugares de culto abrirán este domingo en decenas de regiones de Rusia, donde se detectaron casi 37,000 casos del coronavirus y más de 300 muertos.
Ahora bien, tanto en Moscú como en su región -principal foco epidémico del país - los servicios se realizarán obligatoriamente a puerta cerrada.
El Patriarcado ecuménico de Constantinopla, en Turquía, también anunció que las misas estarán cerradas al público y se retransmitirán por Internet.
Lo mismo se hará en Chipre y en Grecia, en Serbia, Macedonia del Norte y Egipto, donde hay más de 10 millones de coptos ortodoxos.
Sin embargo, en Georgia Cientos de personas asistieron a las celebraciones a pesar del toque de queda impuesto para frenar la propagación del coronavirus.
El gobierno cedió a la presión de las autoridades religiosas políticamente influyentes y permitió que se celebraran los servicios religiosos.
El patriarca Ilia II, jefe de la Iglesia Apostólica Ortodoxa de Georgia, ofició un servicio en la Catedral de la Santísima Trinidad de Tiflis, una de las iglesias cristianas ortodoxas más grandes del mundo.
La Ciudad Vieja de Jerusalén, en general llena por la Pascua, estaba prácticamente desierta este fin de semana, a causa de las medidas de confinamiento ordenadas por Israel.
En Rumania, las iglesias también estarán cerradas pero algunos curas voluntarios llevarán a cabo acciones de puerta a puerta, guardando las distancias, para repartir pan bendecido y el fuego sagrado, símbolos de la Pascua.
"Si podemos ir a la farmacia a buscar medicinas para el cuerpo ¿por qué no podemos ir a la iglesia a por nuestras medicinas espirituales?", se preguntaba Monica Georgescu, una septuagenaria en Bucarest, y que no ha faltado a ninguna misa pascual desde su infancia.
Políticos vs religiosos
Sin embargo, varias iglesias de todo el mundo se opusieron a las medidas de confinamiento para poder celebrar las fiestas más importantes del calendario ortodoxo con la mayor normalidad posible.
En Bulgaria, los lugares de culto permanecerán abiertos aunque, en principio, estarán vacíos. Los fieles que quieran ir a la iglesia deberán llevar mascarilla y mantener las distancias de seguridad.
Una oposición comparable a la de Ucrania, donde el presidente Volodimir Zelenski, invitó a los fieles a quedarse en casa, mientras que la Iglesia ortodoxa, que depende el Patriarcado de Moscú -una de las tres principales del país-, incitó a los fieles a reunirse al aire libre.
Y ello, pese a que esa iglesia se haya visto golpeada directamente por la epidemia. Un famoso monasterio ortodoxo del centro de Kiev, que está bajo su autoridad, se convirtió en un foco de la enfermedad, con cerca de 100 contagios y tres monjes fallecidos.
En Bielorrusia ocurre lo contrario. El metropolita Pavel recomendó a sus fieles que no salgan de casa, mientras que el presidente, Alexander Lukashenko, ha restado importancia a la epidemia en varias ocasiones y anunció que acudiría sin falta a la misa de Pascua.