Muchas ciudades ucranianas han sumado sus nombres a otros como Mostar (Bosnia-Herzegovina) o Mosul (Irak) en la lista de patrimonio histórico destruido por una guerra, que en el caso de Ucrania dura cerca de cien días sin que muchos ataques al legado cultural hayan podido aún documentarse.
El Ministerio de Cultura de Ucrania tiene denuncias de más de trescientos lugares de interés patrimonial atacados desde que el pasado 24 de febrero comenzó la invasión rusa.
Solo en Járkov, la segunda mayor ciudad ucraniana, en el este del país, han sufrido daños el Museo del Arte, con la paradoja de que alberga cuadros de artistas rusos, la Filarmónica, el Teatro de la Ópera y Ballet, la Biblioteca Científica Nacional, sus catedrales, varias iglesias como la de la Santa Fiel Reina Tamara, que también paradójicamente corresponde al patriarcado ortodoxo de Rusia.
El museo en llamas
Son monumentos más conocidos, como otros atacados cerca de Kiev, en Chernígov o Mariúpol, pero otros ha sido destruidos en pequeños pueblos donde la pérdida de este patrimonio es menos visible, o en zonas donde sigue la guerra y no se ha podido documentar.
Un misil impactó una noche en el museo dedicado al filósofo Hryhoriy Skovoroda en Skovorodynivka, una localidad cerca de Járkov.
La imagen de este erudito del siglo XVIII aparece en los billetes de quinientas grivnas, la moneda ucraniana, pero ha quedado borrada aquí por la destrucción y el incendio que provocó el proyectil en la que fue su residencia, convertida en museo.
El guardia se salvó de casualidad, porque en ese instante había salido a hablar por teléfono, aunque un cascote le hirió el hombro, explica Hanna Yarnysh, una responsable de lo que fue el museo, del que solo quedan las paredes, con el tejado convertido en escombros y todo lo que había en el interior perdido.
Milagrosamente, solo quedó, casi intacta, una escultura del “filósofo del amor”, como llama a quien fue también poeta, docente y compositor de música litúrgica, que vivió durante el imperio ruso, de 1722 a 1794.
Yarnysh denuncia que fue un ataque más para destruir la identidad cultural de Ucrania, en una localidad donde no había combates, lejos del frente de guerra en esta zona próxima a Rusia.
La mujer lamenta que estaban preparando para sacar los fondos más valiosos, pero no les dio tiempo a evitar que “un misil que vale millones de dólares destruyera un pequeño museo”.
Algunos trozos del proyectil son de lo poco que queda entre las habitaciones quemadas, junto a un montón de escombros.
“El 2022 es especial para nosotros, por el 300 aniversario del nacimiento de Hryhoriy Skovoroda y el 50 de la apertura del museo, queríamos haberlo celebrado en mayo”, asegura.
“Con lo que representaba Hryhoriy Skovoroda, es imposible matar su espíritu, así que estamos seguros de que celebraremos el aniversario. El mundo entero nos apoya, están listos para ayudarnos, llegan llamadas de todo el mundo”, afirma.
Más de 300 ataques
El Ministerio de Cultura de Ucrania ha creado en su web un apartado para registrar ataques al patrimonio cultural, de los que aparecen más de trescientos ya documentados.
Muchos muestran edificios religiosos, como iglesias ortodoxas, mezquitas y sinagogas, además de monumentos históricos, museos, teatros, bibliotecas y una larga lista de lo que se ha podido documentar, porque es complicado mientras sigue la guerra y en zonas ocupadas por Rusia.
La Unesco tiene registrados cerca de un centenar, según informes preliminares, igualmente en su mayoría edificios religiosos.
El organismo de Naciones Unidas trabaja con las autoridades ucranianas para señalizar lugares con el distintivo “Escudo azul”, que la Convención de La Haya en 1954 protege ante conflictos armados, además de enviar equipos para protegerlos.
Su directora general, Audrey Azoulay, ya ha avanzado que habrá que movilizar a la comunidad internacional para reconstruir el patrimonio cultural de Ucrania cuando acabe la invasión, como hizo la Unesco en Mostar tras la guerra en los Balcanes en la década de 1990 o está en marcha en Mosul para recuperar todo el destrozo provocado tras ser ocupada por el autoproclamado Estado Islámico.
La reconstrucción del patrimonio es una señal de esperanza para quienes sufren la guerra, según la directora.
Ciudades ucranianas como Leópolis, cuyo centro histórico es Patrimonio de la Humanidad, o Kiev protegieron sus monumentos al inicio de la guerra.
Pero en otras como Járkov no hubo tiempo: en un monumento contra los totalitarismos a las afueras de la ciudad varios proyectiles han destrozado placas que recuerdan a civiles ucranianos y militares polacos asesinados en época soviética.
La enorme estatua en el centro de la ciudad que recuerda soldados soviéticos que la liberaron de los nazis en la Segunda Guerra Mundial tiene algunos impactos de proyectil, pero se salvó tras un ataque junto a una estación de metro cercana en el que hace unos días murieron varios civiles.