El bolívar venezolano, tras años de incesantes e insoportables declives que lo dejaron casi sin valor y hundió a millones en una profunda pobreza, parece haber tocado fondo finalmente.
En los últimos cuatro meses, la moneda se ha negociado a una tasa de alrededor de 4.5 por dólar, una nueva estabilidad que ha llegado sin mucha necesidad de apoyo por parte de los responsables de políticas monetarias.
Es un momento que a veces parecía que nunca llegaría mientras la inflación se salía de control, el Gobierno eliminó ceros del bolívar (seis fueron recortados tan solo en octubre) y la economía se hundió más en el caos. Pero varios elementos se han unido para frenar el colapso, al menos por ahora.
Comienzan con el petróleo, que genera más y más divisas para el país a medida que los precios internacionales se disparan y la producción local aumenta tras una década de caídas. La minería del oro también genera dólares, al igual que un puñado de pequeñas industrias de exportación que han surgido en los últimos años pero están en crecimiento (como el cultivo de camarones, ron y cacao).
Por otra parte, el régimen socialista, para sorpresa de muchos, ha adoptado un enfoque en gran medida ortodoxo para controlar el gasto fiscal y liberar una economía que durante mucho tiempo había sido estrangulada por los controles gubernamentales y la burocracia. En el 2021, La economía se expandió por primera vez en siete años.
Para muchos venezolanos, la estabilización de la moneda llega demasiado tarde.
Mientras millones huyeron del país, muchos más se quedaron y renunciaron al bolívar adoptando el dólar como moneda. Reciben sus salarios y pagan casi todo en dólares. Pero a muchos de los venezolanos más pobres se les sigue pagando en bolívares, y para ellos, la fortaleza de la moneda ha ayudado a preservar el poco poder adquisitivo que les queda.
La inflación en bolívares se ha desacelerado a un ritmo anual del 53% en los últimos tres meses, muy por debajo del 1000% en los últimos años, según un índice de Bloomberg.
Incluso los economistas locales, acostumbrados a ver al Gobierno del presidente Nicolás Maduro cometer un error de política tras otro, reconocen que esta vez se siente un poco diferente. Asdrúbal Oliveros, quien dirige la firma de análisis financiero Ecoanalítica, lo expresa de esta manera: el bolívar comenzará a deslizarse frente al dólar en algún momento, pero no habrá el tipo de megadevaluación que ha golpeado la economía una y otra vez en los últimos años.
Dado que la gran parte de la economía ahora se maneja en dólares, Oliveros encuentra que la atención excesiva que el gobierno pone en el bolívar está fuera de lugar, pero, dice, “no lo llamaría una política artificial. Es real”.
Es real porque el banco central ha sido capaz de orquestar en gran medida esta estabilidad sin tener que recurrir a sus ya agotadas reservas de divisas. El aumento de las exportaciones ha proporcionado al instituto central suficientes divisas para satisfacer la demanda de los bancos.
El año pasado vendió alrededor de US$ 1,500 millones y euros en el mercado de divisas, según documentos gubernamentales a los que tuvo acceso Bloomberg. Mientras tanto, las reservas se mantuvieron estables en alrededor de US$ 6,000 millones, una vez deducidos los fondos del FMI a los que el Gobierno no tiene acceso.
Por ahora, la política parece sostenible. Las empresas estatales vendieron alrededor de US$ 3,300 millones al banco central en el 2021, en comparación con solo US$ 743 millones en el 2020, según datos gubernamentales compartidos durante una llamada con inversionistas el mes pasado y obtenidos por Bloomberg.
Aún así, los riesgos abundan. Las entradas de la producción de petróleo y otras exportaciones deben permanecer altas si el banco central quiere mantener las ventas.
Y la inflación, aunque disminuye, sigue estando entre las más altas del mundo, lo que eventualmente ejercerá presión sobre la moneda.
Tamara Herrera, economista de Síntesis Financiera con sede en Caracas, ve riesgos en confiar en que el bolívar se mantendrá estable a largo plazo, especialmente cuando los precios del petróleo y la producción fluctúan. “La probabilidad de que el tipo de cambio se mantenga estable este año es relativamente alta”, dijo. “Pero eso es una sobresimplificación de los imponderables que rodean la actividad petrolera”.
Hay otro factor que ayuda a explicar la estabilidad del bolívar: el colapso de la demanda de importaciones. Hoy, Venezuela es demasiado pobre, y el bolívar demasiado débil, para comprar mucho en el exterior. Las importaciones totalizaron menos de US$ 8,000 millones en el 2021. Diez años antes, esa cifra era de US$ 53,000 millones.