En un discurso en el 2016, Xi Jinping, presidente de China, exploró las raíces de una idea que ahora está preocupando a los magnates del país y deprimiendo el mercado de valores: una idea que puede estar motivando la represión de China contra la tutoría privada, sus multas antimonopolio a las empresas de Internet, sus nuevas directrices sobre el trato hacia los trabajadores ‘independientes’ o por encargo (economía gig) y sus pasos hacia un impuesto a la propiedad, así como inspirando grandes donaciones caritativas de algunas de las empresas más destacadas del país. Esa idea es la prosperidad común.
La prosperidad común, señaló Xi, ha sido un ideal del pueblo chino desde la antigüedad. Fue adoptado por sus predecesores como líder del Partido Comunista. (Incluso Deng Xiaoping, que estaba feliz de dejar que algunos “se enriquecieran primero”, insistió en que luego ayudaran a otros a ponerse al día). El ideal aparece no solo en Marx sino también en Confucio, dijo Xi. Citó una conocida línea de “Las Analectas”, que dice algo en el sentido de que un líder sabio se preocupa no por la pobreza sino por la desigualdad; no es que su gente sea demasiado pequeña, sino que está demasiado dividida (es más ágil en la versión original china).
La idea, entonces, no es nueva. Pero gana relevancia recientemente. El término ha aparecido 65 veces en los discursos o reuniones de Xi este año, según Bloomberg. Un ejemplo reciente es la poderosa Comisión Central de Asuntos Económicos y Financieros, que establece y refuerza la línea del partido en la economía. Se centró en la idea en su reunión del 17 de agosto.
Pero, ¿qué significa exactamente? El partido ha aclarado lo que no conlleva: no implica que todo el mundo acabará disfrutando de igual prosperidad. Se debe alentar a los emprendedores que crean su propia riqueza, “trabajan duro con integridad y tienen las agallas para iniciar sus propios negocios”. Tampoco será brusco el giro igualitario. Debe llevarse a cabo “paso a paso” de manera “gradual”, reiteró la comisión este mes.
Pero el objetivo también descarta la continuación del ‘status quo’. “No debemos permitir que se ensanche la brecha entre ricos y pobres”, insistió Xi en enero. Las personas en la quinta parte superior de los hogares chinos disfrutan de un ingreso disponible más de diez veces mayor que las personas en la quinta parte inferior, según cifras oficiales. Los ingresos disponibles en las ciudades son dos veces y media más altos que en el campo. Y el 1% superior posee el 30.6% de la riqueza de los hogares, según Credit Suisse, un banco (en comparación con el 31.4% en Estados Unidos).
Lamentablemente, definir lo que contará como prosperidad común se complica por el gran volumen y la variedad de aspiraciones y exhortaciones que a menudo siguen en el curso del término, aspiraciones que podrían ser loables o lamentables según detalles que aún no se han formulado, y mucho menos divulgado.
La prosperidad común requerirá una red de seguridad más sólida para los desafortunados, mejores pensiones y un acceso más equitativo a los servicios públicos, incluida la educación y salud. Dará como resultado una distribución de ingresos “en forma de aceituna” que es gruesa en el medio, pero delgada en la parte inferior y superior.
China tiene alrededor de 400 millones de personas que viven con ingresos entre 100,000 y 500,000 yuanes (aproximadamente entre US$ 15,000 y US$ 77,000) para una familia de tres o el equivalente. Quiere duplicar ese número a 800 millones de personas en aproximadamente una década, según el Centro de Investigación para el Desarrollo, un grupo de expertos adjunto al Consejo de Estado de China.
El partido dice que aumentará el papel de los impuestos en la lucha contra la desigualdad. Ajustará los ingresos altos “razonablemente”. Pero aún tiene que cuantificar esa razonabilidad especificando tasas o umbrales impositivos futuros. Además, el gobierno revisó los impuestos personales en el 2018, por lo que es poco probable que vuelva a intentarlo pronto, según Gabriel Wildau de Teneo, una firma de asesoría de riesgos.
Es más probable que se tomen medidas enérgicas contra la evasión fiscal y los ingresos ilícitos. Esta semana, el organismo de control de la corrupción del partido dijo que había instruido a más de 24,800 cuadros del partido en la ciudad de Hangzhou para que realizaran un “autoexamen” y confesaran cualquier préstamo ilegal de empresas locales u otros conflictos de intereses.
La mayoría de los gobiernos igualitarios se contentan con ajustar impuestos y transferencias. Pero el alcance de China es más amplio. También defiende otros dos tipos de redistribución: las donaciones “voluntarias” de los ricos (Tencent, un gigante de Internet, otorgó US$ 7,700 millones a sus iniciativas sociales poco después de la reunión del 17 de agosto) y lo que a veces se denomina “distribución previa”. Esto puede implicar alterar la división del ingreso nacional entre salarios y ganancias. Una “zona de demostración” de prosperidad común en la provincia de Zhejiang, por ejemplo, incluye el objetivo de aumentar la participación de los trabajadores en los ingresos de la provincia del 47.8% (en el 2017) a más del 50%.
La participación del trabajo no es fácil de medir y mucho menos manipular. Ha disminuido constantemente en muchas economías desarrolladas, gracias a fuerzas profundas como la globalización y el cambio tecnológico. Pero los asalariados de China podrían beneficiarse de políticas como las nuevas pautas del gobierno sobre los trabajadores independientes (gig), que buscan mejorar sus salarios y su posición negociadora. Ciertamente, los inversores en la ‘economía gig’ temen que estas políticas les dejen una porción más pequeña del pastel. El precio de las acciones de Meituan, un gigante de la entrega de alimentos, ha caído un 18% desde que se publicaron las directrices.
Como ocurre con muchas de sus iniciativas emblemáticas, el partido no impondrá un enfoque común para la prosperidad común. “Se alentará a las autoridades locales a explorar formas efectivas que se adapten a las condiciones locales”, dijo el 17 de agosto. Las ciudades de Zhejiang están luchando por agregar la etiqueta a varias iniciativas, desde reducir la brecha entre las áreas urbanas y rurales hasta promover las riquezas “espirituales” de la población. Con el tiempo, se dirá que los proyectos exitosos se ajustan a la visión de Xi; en realidad, su visión se fusionará en torno a ellos.
Sin embargo, el hecho de que la prosperidad común siga siendo nebulosa no significa que sea vacía. “Lograr la prosperidad común no es solo una cuestión económica, sino también una cuestión política importante”, dijo Xi en enero. El partido espera que revivir este antiguo ideal ayude a fortalecer los cimientos de su gobierno. Confucio volvió a llegar a ese punto primero. “Donde hay alegría”, dice el sabio, “no habrá trastornos”.