Shanghái ha registrado oficialmente más de 500 muertos en algunas semanas, una hecatombe para China, donde el saldo total informado por las autoridades supera apenas los 5,000 decesos desde el inicio de la pandemia. (Foto: REUTERS)
Shanghái ha registrado oficialmente más de 500 muertos en algunas semanas, una hecatombe para China, donde el saldo total informado por las autoridades supera apenas los 5,000 decesos desde el inicio de la pandemia. (Foto: REUTERS)

El confinamiento comienza a afectar los nervios de la población de Shanghái tras 40 días de restricciones, y la ciudad es escenario de hechos poco comunes, como enfrentamientos en plena calle o la huida de obreros de una fábrica.

La ciudad más poblada de China confinó a sus 25 millones de habitantes a principios de abril con la esperanza de frenar la peor oleada de COVID desde la primera de inicios del 2020.

Shanghái ha registrado oficialmente más de 500 muertos en algunas semanas, una hecatombe para China, donde el saldo total informado por las autoridades supera apenas los 5,000 decesos desde el inicio de la pandemia.

A pesar de una fuerte baja de la cifra diaria de contagios, las autoridades refuerzan su arsenal de medidas antiepidémicas, en nombre de la estrategia COVID cero que el régimen comunista vendió a su población como la prueba de su superioridad política sobre Occidente.

En reacción, la población se exaspera y ya no duda en enfrentarse con las fuerzas de seguridad en un país en el que, sin embargo, las protestas no son toleradas.

El sábado por la noche, habitantes descontentos de su abastecimiento alimentario chocaron con empleados públicos vestidos con trajes de protección integral, según videos difundidos en las redes sociales.

“Agitadores” incitaron a los vecinos a traspasar los límites de su residencia aislada y a otros a lanzar objetos desde sus ventanas, acusaron las autoridades locales en un comunicado.

Las imágenes tomadas en el barrio de Zhuanqiao, autentificadas por la AFP, muestran a los habitantes rechazando a las fuerzas del orden al grito de “no a la violencia policial”.

Éxodo

Estos incidentes tuvieron lugar luego de otro la semana pasada en una fábrica de una empresa subcontratista de Apple, Quanta, donde cientos de obreros forzaron barricadas para escapar.

Según la agencia de prensa Bloomberg, los obreros temían un endurecimiento de las medidas contra el COVID.

Desde el inicio de la cuarentena de Shanghái, los asalariados duermen en su lugar de trabajo en condiciones espartanas, ya que no pueden volver a sus casas.

La alcaldía asegura que la capital económica china está ganando la batalla contra el COVID, con un número de contagios diarios que cayó a menos de 4,000 el lunes, tras haber superado los 25,000 a fines de abril.

La ciudad afirma que millones de personas pudieron recuperar parte de la libertad en las últimas semanas. Algunas pueden por fin salir de su apartamento, aunque no aún de sus edificios.

Pero varios complejos residenciales restablecieron restricciones, incluso en las zonas de bajo riesgo, según los avisos que mostraron vecinos a la AFP.

En ellos se puede leer que está prohibido salir de casa durante varios días salvo para someterse a una prueba de detección. Y ya no es posible pedir el envío de comida.

Las familias temen ser llevadas a centros de cuarentena, incluso si sus test son negativos, por el simple hecho de tener un caso positivo en el vecindario.

“Nos previnieron que sería necesario dejar nuestras llaves para que puedan venir a desinfectar el apartamento”, contó una británica instalada en Shanghái.

Las imágenes de disputas entre empleados públicos y habitantes circularon en las redes sociales antes de que la censura borrase los contenidos indeseables.

En uno de esos videos, se puede ser a un responsable con traje de protección integral explicando a una familia que tendrá que reconfinarse porque vive en el mismo piso que una persona contagiada de COVID.

“No se hace lo que se quiere aquí. No están en Estados Unidos, están en China”, dice en la puerta del apartamento. “Y dejen de preguntar por qué. No hay por qué. Son las reglas nacionales”, advierte.