El rublo ya dejó de derrumbarse.
El rublo ruso se recuperó el miércoles de la caída que sufrió después de que Estados Unidos y sus aliados europeos trataron de enterrar la economía rusa bajo miles de sanciones nuevas por su invasión a Ucrania. El presidente ruso Vladimir Putin ha recurrido a medidas financieras extremas para reducir el impacto de tales sanciones e inflar su moneda.
Aunque las naciones de Occidente han impuesto niveles sin precedentes de sanciones contra la economía rusa, el Banco Central de Rusia ha aumentado las tasas de interés a 20% y el Kremlin ha impuesto duros controles de capital a quienes deseen cambiar sus rublos por dólares o euros.
Es una defensa monetaria que Putin podría no ser capaz de mantener mientras las sanciones pesen sobre la economía rusa. Pero la recuperación del rublo podría ser una señal de que las sanciones en su forma actual no están funcionando con la fuerza con la que contaban los aliados de Ucrania a la hora de presionar a Putin para que retire sus tropas de Ucrania.
También podría ser una señal de que los esfuerzos de Rusia para apuntalar artificialmente su moneda están funcionando al aprovechar su sector del petróleo y el gas.
El rublo se cotizaba en unos 85 por dólar estadounidense, más o menos donde estaba antes de que Rusia iniciara su invasión hace un mes. El 7 de marzo, la moneda rusa llegó a caer a hasta 150 rublos por dólar, cuando se dio a conocer que el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden prohibiría las importaciones de petróleo y gas rusos.
Hablando ante el Parlamento de Noruega el miércoles, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, exhortó a sus aliados de Occidente a infligir un mayor dolor financiero sobre Rusia.
“El único medio de instar a Rusia a buscar la paz son las sanciones”, dijo Zelenskyy en una videollamada desde su país. Y añadió: “Cuanto más fuertes sean los paquetes de sanciones, más rápido recuperaremos la paz”.
Las compras de petróleo y gas natural rusos por parte de los países europeos están siendo examinadas al ser un resquicio y un salvavidas para la economía rusa.
“Para Rusia, todo gira en torno a sus ingresos por energéticos. Es la mitad de su presupuesto federal. Es lo que apuntala el régimen de Putin y la guerra”, afirmó Tania Babina, economista de la Universidad de Columbia nacida en Ucrania.
Babina trabaja actualmente con un grupo de 200 economistas ucranianos para documentar con mayor precisión qué tan eficaces son las sanciones de Occidente para frenar la capacidad bélica de Putin.
El rublo también ha subido en medio de reportes de que el Kremlin se ha mostrado más abierto a las negociaciones de un alto al fuego con Ucrania. Funcionarios de países de Occidente han expresado su escepticismo ante el anuncio de Rusia de reducir sus operaciones.
Biden pregonó el éxito de las sanciones, algunas de las más duras que se han impuesto sobre una nación, durante su visita a Polonia la semana pasada. “El rublo está prácticamente reducido a escombros”, declaró el mandatario estadounidense.
Las sanciones impuestas a las instituciones financieras y empresas rusas, al comercio, y a los aliados de Putin, estaban aplastando el crecimiento económico del país e impulsaron a cientos de empresas internacionales a dejar de hacer negocios allí, señaló Biden.
Las acciones emprendidas por Rusia para contrarrestar esas sanciones apuntalando el rublo sólo pueden llegar hasta cierto punto.
El Banco Central de Rusia no puede seguir subiendo las tasas de interés porque al hacerlo acabará ahogando el crédito a las empresas y a los prestatarios. En algún momento, los individuos y empresas desarrollarán formas para eludir los controles de capital de Rusia moviendo el dinero en cantidades más pequeñas.
Los economistas señalaron que, debido a que las sanciones diezman la economía rusa, eventualmente harían caer al rublo. Sin las medidas adoptadas por Putin, la moneda rusa sería casi con toda seguridad más débil.
Pero las exportaciones de petróleo y gas de Rusia han continuado hacia Europa, así como hacia China e India. Esas exportaciones han servido como un amortiguador para la economía rusa, la cual es dominada por el sector energético.
En la Unión Europea (UE), la dependencia en el gas ruso para la generación de electricidad y la calefacción ha hecho mucho más difícil cerrar por completo la llave, cosa que hizo el gobierno de Biden cuando prohibió la cantidad relativamente pequeña de petróleo que Estados Unidos importa de Rusia.
“Estados Unidos ya ha prohibido las importaciones de petróleo y gas natural ruso, y Gran Bretaña las eliminará gradualmente a finales de este año. Sin embargo, estas decisiones no tendrán un impacto significativo a menos que la UE siga su ejemplo”, escribieron Benjamin Hilgenstock y Elina Ribakova, economistas del Instituto de Finanzas Internacionales, en un informe publicado el miércoles.
Sabiendo esto, Putin ha sacado provecho de la dependencia de Europa a sus exportaciones energéticas. Putin ha pedido que el Banco Central de Rusia obligue a los clientes extranjeros de gas a comprar rublos y utilizarlos para pagar al proveedor de gas estatal Gazprom. Después, Putin dio marcha atrás afirmando que no es una medida que entre en vigor inmediatamente.
La Casa Blanca y los economistas han alegado que el impacto de las sanciones toma semanas o meses en surtir pleno efecto, ya que las industrias cierran por falta de materiales o de capital, o ambas cosas. Pero los críticos del gobierno estadounidense señalaron que la recuperación del rublo demuestra que la Casa Blanca debe hacer más.
Los mandatarios de países de Occidente, alentados por Biden, adoptaron las sanciones como su arma más dura para tratar de obligar a Rusia a dar marcha atrás a su invasión de Ucrania, que no es miembro de la OTAN y no está protegida por la política de defensa mutua de ese bloque.
Algunos de los aliados reconocen ahora que sus gobiernos podrían tener que intensificar el castigo financiero contra Rusia.
Pero esa es una petición difícil para países europeos como Alemania, que depende de Rusia para obtener gas natural y petróleo. La UE en su conjunto obtiene el 10% de su petróleo de Rusia y más de un tercio de su gas natural. Muchos de estos países se han comprometido a dejar de depender de Rusia, pero no inmediatamente.