Desde la cantante estadounidense Taylor Swift hasta el empresario francés Bernard Arnault, la presión aumenta sobre celebridades, personalidades políticas y grandes empresarios para que limiten sus desplazamientos en jets privados, responsables de una importante huella de carbono.
Después de publicar en Instagram una foto de su avión y de su compañero a mediados de julio, la estrella de la telerrealidad Kylie Jenner fue calificada de “criminal del clima” por los internautas.
“Contaminador y criminal”, tuiteó otro sobre el director Steven Spielberg, acusado de tomar un vuelo de 28 minutos.
Innumerables memes, fotos y videos humorísticos, circularon burlándose de Taylor Swift después de la publicación el viernes de un análisis de la agencia de marketing Yard, que la clasificó como “la celebridad más contaminante del año”, con 170 vuelos desde principios de año.
Yard se basó en los datos de la cuenta Twitter “Celebrity Jets”, que rastrea los vuelos de las celebridades a través de datos públicos en línea.
Jack Sweeney, un estudiante de 19 años, lanzó estA cuenta. Comenzó en junio del 2020 siguiendo el jet privado de Elon Musk y ahora tiene 30 cuentas que rastrean a estrellas del deporte, al jefe de Meta, Mark Zuckerberg, e incluso a oligarcas rusos.
Inspiró a otros internautas como Sebastián(*), un ingeniero aeronáutico de 35 años que creó en abril la cuenta “I Fly Bernard”, sobre los trayectos de los aviones de multimillonarios franceses para presionarlos respecto a su huella de carbono.
“Lo que trato de denunciar es la utilización de aviones privados como taxis”, explica, señalando los numerosos vuelos nacionales o europeos efectuados.
“En Europa, las tres cuartas partes de estos vuelos podrían realizarse en tren”, denuncia William Todts, director ejecutivo de Transport & Environment, que agrupa a oenegés europeas del sector.
Entre cinco y 14 veces más contaminantes
El sector aéreo es responsable de entre el 2% y 3% de las emisiones mundiales de CO2 pero, según un informe de Transport & Environment, publicado en mayo, los vuelos causan una huella de carbono por pasajero entre cinco y 14 veces superior a los vuelos comerciales y 50 veces superior al tren.
Por otra parte, la aviación privada está en pleno auge desde la pandemia, ya que sus clientes desean evitar la supresión de vuelos y la promiscuidad frente al COVID-19.
Algunas estrellas reaccionaron ante la presión en las redes sociales. La semana pasada, un portavoz de Taylor Swift dijo que ella “presta regularmente su jet a otras personas”. “Atribuirle la mayoría o todos estos vuelos es totalmente incorrecto”, detalla.
El rapero Drake, señalado por un vuelo de 14 minutos entre Toronto y Hamilton, respondió en Instagram que el avión había sido trasladado para estacionarlo en otro lugar, “nadie estaba a bordo”, afirmó.
“Peor aún si voló vacío”, comenta Beatrice Jarrige, jefa de proyecto de la asociación Shift Project.
En Francia, un portavoz del grupo Bouygues asegura que el avión seguido por “I Fly Bernard”, presentado como el de Martin Bouygues, pertenece al grupo y “es utilizado por varios colaboradores”.
Indica que las emisiones de CO2 del avión son compensadas por proyectos de reforestación, una solución criticada porque no reduce las emisiones de manera sustancial.
Otros multimillonarios franceses como Bernard Arnault, Jean Charles Decaux y Vincent Bolloré, también afectados por la cuenta Twitter, no quisieron comentar.
Jarrige espera que este movimiento en las redes sociales se convierta en una acción política.
“No se trata de prohibir totalmente los vuelos, pero es necesario que los más ricos hagan un esfuerzo de sobriedad”, precisa, abogando por inversiones en el ferrocarril.
Para Todts, los propietarios de los jets deberían, como mínimo, exigir que funcionen con biocarburantes en lugar de con queroseno, ya que ello impulsaría a los fabricantes de aviones a desarrollar estas tecnologías.
En setiembre del 2021, el sector de la aviación de negocios consideró que estos combustibles sostenibles son “clave” para alcanzar el objetivo de neutralidad de carbono fijado para el 2050.
(*) El nombre fue cambiado porque la persona desea mantener su anonimato