El profesor Imad Asmad se prepara en su despacho en la Universidad de Birzeit, en la provincia palestina de Ramala (Cisjordania ocupada) para impartir una clase, según confiesa, sin saber cuántos estudiantes aparecerán al otro lado de la pantalla: sus alumnos están en Gaza.
“Han matado a miembros de facultades, estudiantes... y ahora no hay lugar para ellos en las universidades. Empezamos esta iniciativa para reconstruir algo de esperanza”, explica a EFE Asmad, uno de los 140 académicos que se han ofrecido voluntarios en esta iniciativa que ampara a unos 3,800 universitarios gazatíes.
En total, unos 625,000 jóvenes no pueden estudiar en la Franja debido a la guerra que ha devastado el enclave y desplazado a casi toda su población. Según la ONU, más de 7,030 estudiantes y unas 378 empleados de instituciones educativas han muerto por fuego israelí.
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Además, el 88% de los edificios escolares han sufrido bombardeos y 110 instituciones han sido completamente destruidas, según el Gobierno de Gaza, regido por Hamás. Uno de los casos más notorios fue el de la Universidad de Al Israa (al sur de ciudad de Gaza), cuyo principal edificio fue volado por los aires por el Ejército.
Asmad lo sabe muy bien. Dice que algunos de los estudiantes no reciben suficiente comida o agua al día, pero que quieren seguir estudiando. Sin embargo, lograr acceso a internet, o incluso simplemente cargar el teléfono móvil, no es una tarea sencilla en la Franja.
Éxodo de jóvenes gazatíes
El profesor enseña en su teléfono un grupo de WhatsApp con cerca de 100 participantes en el que se comunica con los alumnos del curso de Enfermería Crítica. Si bien son 207 inscritos, en la sesión de ‘Zoom’ apenas hay tres conectados.
Son Mohamed, Basma y Dalia, tres gazatíes veinteañeros a los que los incesantes bombardeos y problemas de conexión en la Franja les han dado una tregua y permitido seguir en la distancia, algunos a apenas 100 kilómetros y otros a más de 8,000 de Birzeit, su clase de cardiología.
Mohamed, de 22 años, se conecta desde Jan Yunis, principal ciudad del sur de Gaza antes de la guerra, donde terminó tras desplazarse en varias ocasiones por el avance militar israelí.
“Hace dos meses el Ejército nos envió un mensaje para que abandonáramos nuestra casa hacia un lugar seguro”, cuenta el joven a EFE en la videollamada, entonces “fuimos a Rafah y luego tuvimos que volver a nuestra casa en Jan Yunis”, explica.
A su llegada todo estaba arrasado. “Ningún edificio estaba bien, todos estaban destruidos”. Mohamed se crispa al hablar del ‘día después’ de la guerra, una vez acabe también sus estudios: “Quiero quedarme en mi tierra y ayudar a mi gente a reconstruir, no quiero viajar a ningún sitio”.
“Debemos quedarnos en nuestra tierra y mandar a la ocupación (israelí) a la suya, a Alemania, a América, a sus sitios de origen”, subraya.
Basma, que huyó de Gaza en noviembre por el paso de Rafah -ahora cerrado y por donde cruzar llegó a costar hasta 10,000 euros por persona- asiste a clase desde Filipinas.
La joven no lo tiene claro cuando se le pregunta si piensa volver a la Franja. “Espero”, se atreve a decir quién, como un 22% de los estudiantes del programa de Birzeit, ya están fuera de la Franja.
Acceso limitado a Internet en Gaza
Otro estudiante que se encuentra en Egipto y tiene buen acceso a internet se dedica a descargar las clases que la universidad cuelga en su portal web y las sube a YouTube, donde para sus compañeros es mucho más fácil acceder a ellas.
Los alumnos recurren a eSIMs (tarjetas SIM digitales) de la compañía israelí Cellcom para poder acceder a las clases, ya que “el internet palestino no funciona”, cuenta Mohamed, a causa de los cortes de electricidad israelíes y la carencia de combustible.
“Querido pueblo de la amada Franja de Gaza, lamentamos anunciar la interrupción de los de los servicios fijos de internet”, anuncian ‘tuits’ recientes de las compañías palestinas de telecomunicaciones Jawwal y Paltel.
La última en acceder a la sesión es Dalia, que antes de apuntarse a los cursos a distancia de Birzeit estudiaba en la universidad de Al Aqsa, en la ahora arrasada ciudad de Gaza, norte de la Franja, donde ya se superan los 37,200 muertos.
Dalia cuenta que vivía en el este de Gaza y que tuvo que escapar a Rafah, como otros 1,4 millones de palestinos, para regresar después tras la incursión militar de esta ciudad sureña iniciada el pasado 6 de mayo.
Mientras habla, el audio de la videollamada empieza a entrecortarse, hasta que pierde la conexión completamente y tiene que abandonar la clase.
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