La lista de exigencias de los estudiantes al Gobierno interino de Yunus es larga, aunque también fueron estos mismos jóvenes quienes ‘sugirieron’ al premio Nobel como líder y el movimiento cuenta con dos coordinadores dentro del Gabinete provisional. (Foto: EFE)
La lista de exigencias de los estudiantes al Gobierno interino de Yunus es larga, aunque también fueron estos mismos jóvenes quienes ‘sugirieron’ al premio Nobel como líder y el movimiento cuenta con dos coordinadores dentro del Gabinete provisional. (Foto: EFE)

Bangladés vive estos días una “segunda liberación”, tras la guerra de independencia de en 1971, a juicio de los jóvenes de la que gestionan el tráfico en Daca y limpian los daños de semanas de protestas y represión violenta que dejaron más de 400 muertos.

Nacidos entre 1996 y 2012, y suplentes fervorosos de unas fuerzas de seguridad ausentes todavía en las calles de la capital, los jóvenes estudiantes rezuman optimismo ante la dimisión y huida esta semana de la ex primera ministra Sheikh Hasina, y la formación de un Gobierno interino con el premio Nobel Muhammad Yunus a la cabeza.

“Para nosotros, esta es nuestra segunda liberación. Soy estudiante, vi a mis hermanos y hermanas morir y por eso me uní a las protestas”, afirmó Mushfeka Rahman, dirigiendo el caótico tráfico de esta megalópolis de 22 millones de habitantes donde autobuses destartalados, coches y triciclos se disputan la calzada a un paso desesperadamente lento.

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“Hay que enseñar a la gente”, explicó, soñando con un país en el que se respetan las reglas de tráfico y el partido político en el poder no intenta destruir a sus rivales, cueste lo que cueste.

La imagen se repite en las intersecciones de Daca, con jóvenes estudiantes armados controlando el tráfico y el paso de peatones, así como la de aquellos que deciden espontáneamente limpiar las calles con la ayuda de escobas y guantes.

Es el caso del joven empresario Nilay, en la zona de Banasree, que señaló a EFE estar ocupado en literalmente “limpiar el país” tras haberse unido “por rabia” a las protestas cuando uno de sus amigos murió tiroteado.

El hospital privado Farazy, justo al lado de donde limpiaba Nilay, recibió un millar de heridos y quince muertos entre el 18 y el 19 de julio, en pleno estallido de la violencia, dijo a EFE el director general del centro, Rubel Hossain. “No estábamos preparados”, reconoció.

Las protestas que acabaron por tumbar a Hasina comenzaron el pasado julio como una reacción contra unas cuotas al empleo público juzgadas como discriminatorias, en uno de los países más pobres del mundo.

Pero la espiral de represión policial apoyada por seguidores de la Liga Awami de la ex primera ministra, y la violencia desatada por elementos contrarios al régimen de esta, condujeron al movimiento estudiantil a exigir la salida incondicional de Hasina del poder.

De nada sirvió que el Tribunal Supremo cancelara las cuotas, los cadáveres apilados en hospitales se hicieron intolerables para el movimiento estudiantil. “He estado en una especie de trauma, cuando hablaba con periodistas siempre acababa llorando”, dijo Abdul Anand Masood, uno de los coordinadores del Movimiento de Estudiantes contra la Discriminación que lideró las protestas.

La lista de exigencias de los estudiantes al Gobierno interino de Yunus es larga, aunque también fueron estos mismos jóvenes quienes ‘sugirieron’ al premio Nobel como líder y el movimiento cuenta con dos coordinadores dentro del Gabinete provisional.

Pasa, según el joven de 24 años, por regenerar “todas las instituciones destruidas en los últimos 15 años” con Hasina en el poder, desde los tribunales a las fuerzas de seguridad, y la creación de una comisión anticorrupción que no sea “utilizada como un arma arrojadiza contra la oposición”.

Preguntado por el papel de la Liga Awami de Hasina en el Bangladés de la ‘segunda liberación’, Masood señaló que es libre de hacer “política normalmente”. A condición, eso sí, de que se castigue a los “responsables de haber robado los votos de la gente” las últimas tres elecciones generales y “a aquellos que participaron en los asesinatos”.

“Esos deberían ser prohibidos de participar en las elecciones”, afirmó el joven, dejando en el aire la duda de cuántos políticos del partido de Hasina pasarían el test de los estudiantes. Masood afirmó que el movimiento estudiantil “no confía en ningún partido político”, por lo que en su opinión Yunus debería sentar las bases de las reformas democráticas antes de que un Gobierno electo las enmarque en la ley.

La cuestión de las elecciones es, sin embargo, peliaguda: el premio Nobel no ha anunciado un calendario concreto, el Partido Nacionalista de Bangladés (BNP, por sus siglas en inglés), ha exigido comicios lo antes posible y la población bangladesí todavía está digiriendo lo sucedido.

“Estoy muy contento con el nuevo Gobierno y no quiero elecciones ahora mismo. Mejor que estén en el poder uno o dos años”, aventuró desde una de las callejuelas de Daca a EFE Mohammed, que con sus 51 años se encuentra en las antípodas de la generación Z en materia de edad, pero partícipe de su entusiasmo.

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