En Europa, los grandes incendios forestales comienzan antes, son más frecuentes, causas más daños y es más difícil extinguirlos.
Y, según los científicos, es probable que empeoren a medida que el cambio climático se intensifica, a menos que se tomen medidas.
La migración masiva de europeos del campo a las ciudades en las últimas décadas ha dejado los bosques descuidados y a merced de las sequías y las olas de calor, que son cada vez más habituales debido al calentamiento global. Y una pequeña chispa puede desatar un infierno.
Luchar contra los incendios forestales en Europa nunca ha sido tan complicado. Estos son los motivos:
¿Cuál es la causa de los incendios forestales en Europa?
El llamado éxodo rural del continente desde la segunda mitad del siglo, cuando los europeos se trasladaron a las ciudades en busca de una vida mejor, ha dejado importantes zonas de campo abandonadas y vulnerables.
Los bosques están llenos de material combustible, apunta Johann Goldammer, director del Centro Global para el Monitoreo de Incendios, un organismo asesor de Naciones Unidas. Esto incluye cosas como troncos de árboles muertos, ramas caídas, hojas muertas e hierba seca.
“Este es el motivo por el que tenemos un riesgo de incendios sin precedentes: porque nunca antes en la historia - por ejemplo, en los 1,000 o 2,000 últimos años - ha habido tanto material inflamable. El paisaje se está volviendo explosivo”, indicó.
Un descuido con las llamas suele ser suficiente para iniciar un incendio. En Portugal, donde los incendios del 2017 dejaron más de un centenar de fallecidos, las autoridades dicen que el 62% de los focos surgen de actividades agrícolas como la quema de rastrojos.
¿Es el calentamiento global un factor en los incendios?
El cambio climático ha añadido una aterradora nueva dimensión a los incendios forestales y los ha hecho más amenazantes.
Esto ocurre especialmente en el sur de Europa, donde el aumento de las condiciones meteorológicas que propician el fuego - temperaturas altas, sequía y fuertes vientos - hace que los incendios de verano sean “la nueva norma”, apuntó Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham para el Cambio Climático del Imperial College de Londres.
La Unión Europea (UE) destacó este mes que, en los cinco últimos años, el bloque ha sido testigo de los incendios más intensos de los que se tienen registros y que la actual sequía podría convertirse en la peor de su historia. La región del Mediterráneo se está calentando un 20% más rápido que la media mundial, de acuerdo con la ONU.
Las estadísticas de incendios de la UE dan fe del problema. La cantidad de campo quemado en Europa se ha más que triplicado este año, con casi 450,000 hectáreas arrasadas hasta el 16 de julio, frente al promedio de 110,000 hectáreas en los mismos meses entre el 2006 y 2021.
Hasta esa fecha, Europa había sido testigo de cerca de 1,900 incendios, en comparación con una media de 470 en ese periodo.
¿Son distintos los incendios ahora?
Las sequías y las olas de calor ligadas al cambio climático han hecho que sea más difícil combatir los incendios, ya que estas condiciones facilitan que se propaguen rápidamente. Los científicos apuntan que el cambio climático seguirá haciendo que el clima sea más extremo y los fuegos más frecuentes y destructivos.
Esto incluye los llamados “megaincendios”, fuegos tan grandes que son casi imparables.
En España, este año los problemas comenzaron con la llegada, en primavera, de la ola de calor más temprana en dos décadas. Las temperaturas superaron los 40 grados centígrados (104 Fahrenheit) en muchas ciudades del país, valores normalmente reservados al apogeo del verano.
La vecina Portugal también ha tenido el mes de mayo más cálido en nueve décadas, cuando anunció que el 97% del territorio estaba en sequía extrema. En Francia, fue el mayo más cálido desde que se tienen registros.
“No podremos prevenir completamente los incendios”, dijo Otto, del Imperial College. “Tenemos que aprender a vivir con esto”.
¿Cómo convivir con más incendios?
Los científicos dicen que no hay que perder la esperanza, a pesar de las imágenes de aterradores muros de llamas y de los servicios de extinción sobrepasados.
“Este no es un acto de Dios”, dijo Otto acerca de la mayor frecuencia de incendios. “Esto es, en gran medida, nuestra obra y tenemos bastante (poder) para hacer algo al respecto”.
Entre las cosas que se pueden hacer para adaptarnos es dejar de quemar combustibles fósiles y educar a la población sobre el calentamiento global, explicó.
La gestión de los montes también debe revisarse, apuntó Amila Meskin, asesora de política en la Asociación Forestal Estatal Europea, con sede en Bruselas y que representa a las empresas y agencias forestales gubernamentales de 25 naciones del continente.
Proyectos como planes de retención de agua, mezcla de especies forestales y la recuperación de las turberas ya se dan en algunas partes.
Pero es poco probable que los efectos se noten pronto. La planificación forestal a corto plazo puede durar más de 50 años y los cambios fundamentales tomarán décadas.
En general, Meskin ve un desinterés general en los empleos rurales y señala que la silvicultura no es un negocio atractivo. Estos sentimientos deben revertirse, pero es un gran reto.
Quizás, apuntó, el impacto de los incendios renueve el interés de la población por el cuidado del monte. “Ver un bosque arder es algo muy emotivo. Es una situación muy muy triste”, afirmó.