¿El cambio climático da miedo debido a los “cisnes negros”, los riesgos de cola de baja probabilidad y alto impacto que, por definición, son poco probables? ¿O se trata de lo bien conocido, ya cuantificado, y muy probable que suceda a menos que el mundo ponga freno a las emisiones? ¿Importa la diferencia?
Los titulares suelen estar motivados por extremos: sequías, inundaciones, incendios, ciclones tropicales, récords de temperatura y otras pesadillas, tanto reales hoy como proyectadas en un futuro cercano y no tan cercano. Es fácil ver esos titulares y querer parecer “racional” contrarrestando el “alarmismo” climático “emocional”.
Ese razonamiento tiene dos defectos fundamentales. Primero, incluso las predicciones más intermedias de lo que es probable que ocurra son lo suficientemente malas, lo que apunta a la necesidad real de reducir las emisiones de CO₂, pero para ayer.
En segundo lugar, los riesgos de cola de baja probabilidad y alto impacto hacen que las medidas ahora sean aún más deseables. La incertidumbre no es nuestra amiga.
La semana pasada vimos la publicación de una importante nueva estimación sobre una de las interrogantes más básicas de la ciencia climática: el vínculo entre el CO₂ en la atmósfera y el futuro calentamiento promedio global.
Durante más de 40 años, la respuesta a la pregunta de cuánto aumentan las temperaturas cuando se duplica el CO₂ atmosférico ha sido un rango “probable” de entre 1.5 °C y 4.5 °C. La definición de lo que significa “probable” ha cambiado con los años. El rango propiamente tal apenas ha variado, y no por falta de intentos.
Esta nueva estimación reduce el rango “probable” a entre 2.6 °C y 3.9 °C.
Buenas y malas noticias. Es una buena noticia porque el cambio climático se volvió significativamente más predecible. Después de todo, es la incertidumbre en sí misma lo que es costoso.
Es una mala noticia para el resto de nosotros. Parece que no vamos a tener suerte. El caso más probable ya no incluye nada cercano a los 1.5 °C. Ese número aumentó en alrededor de un grado a 2.6 °C. Bajo varios otros escenarios, los científicos que evaluaron la evidencia movieron el límite inferior nuevamente a 2.3 °C para abarcar todas sus bases estadísticas. Eso todavía está casi un grado por encima del previo límite inferior.
De cualquier manera, elevar el límite inferior no fue una gran sorpresa. Los 1,5 °C en el extremo inferior siempre parecieron alcanzables. Después de todo, las temperaturas ya han aumentado al menos 1 °C, a pesar de que las concentraciones de CO₂ aún no han subido en 50%; y el objetivo de descarbonizar rápidamente la economía mundial es mantenerlo así.
Lamentablemente, no tenemos tanta suerte en el extremo superior. La disminución de 4.5 °C a 3.9 °C es claramente buena. Ahora es menos probable que ocurran resultados aún más extremos. Lamentablemente, ese límite vuelve a subir a 4.5 °C bajo varios otros escenarios en la estimación de los científicos. Y no podemos reducirlo incluso a 4.5 ° C.
Existe una posibilidad —una posibilidad pequeña, pero una posibilidad, al fin y al cabo— de que las temperaturas aumenten aún más debido a una duplicación del CO₂ en la atmósfera. Esa es la parte realmente aterradora.
Por definición, estas grandes alzas de temperatura son poco probables y están muy lejos en el tiempo. Eso no significa que podamos bajar los brazos.
Incluso una pequeña posibilidad de un cambio climático verdaderamente catastrófico y desenfrenado es una apuesta planetaria que nadie debería estar preparado para enfrentar. De hecho, esos riesgos de baja probabilidad y alto impacto perfectamente pueden eclipsar todo lo demás.
El fallecido economista de Harvard Martin Weitzman lo denominó el “teorema sombrío” en un trabajo académico. Nuestro libro conjunto, “Climate Shock” (Impacto climático), es una explicación justamente de eso. Sorprendentemente para mí, nuestras estimaciones en ese libro fueron tan conservadoras que prácticamente ni siquiera corresponden a este nuevo rango de temperatura más estrecho.
La política climática ha buscado desde hace mucho tiempo tratar de mantener el calentamiento promedio global por debajo de los 2 °C, o mejor, 1.5 °C, por una buena razón. Las estimaciones actuales de la mayoría de los economistas sobre los daños climáticos por estos aumentos de temperatura son lamentables subestimaciones de lo que ocurrirá.
Es igualmente claro que los daños climáticos aumentan sin descanso a medida que se elevan las temperaturas.
Todo eso nos lleva nuevamente a cómo pensar sobre el cambio climático. El cambio climático se trata del aquí y el ahora, y de lo que se conoce. Los resultados más probables de un cambio climático no mitigado son tan costosos que deberían haber hecho que el mundo tome medidas mucho más ambiciosas hace mucho tiempo.
El cambio climático también tiene que ver con la imprevisibilidad. Incluso una baja probabilidad de resultados extremos de temperatura promedio global debería impulsar la acción hoy. Además de eso, está el vínculo crucial entre incluso pequeños aumentos en las temperaturas medias globales y los rápidos aumentos en los extremos climáticos.
Lo que se conoce y cuantifica es lo suficientemente alarmante. Lo que aún no se conoce, aumenta aún más la necesidad de una ambición de política climática.