Desde 1970 a 2020 el descenso medio y constante de algunas poblaciones de peces migratorios de agua dulce alcanzó el 81%, con caídas pronunciadas en Europa (75%) y América Latina y Caribe (91%), según un estudio publicado este martes por entidades internacionales, que sugieren la conservación para obtener efectos positivos.
El estudio realizado por la World Fish Migration Foundation, Zoological Society of London (ZSL), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), The Nature Conservancy (TNC), Wetlands International Europe y la ong WWF se enmarca en el Día Mundial de la Migración de Peces, que se celebra el 25 de mayo.
El nuevo informe del Índice Planeta Vivo (IPV) sobre peces migratorios de agua dulce revela que entre 1970 y 2020 las poblaciones observadas incluyeron descensos catastróficos del 91% en América Latina y el Caribe y del 75% en Europa, una “pérdida constante” que sigue produciéndose en todo el mundo.
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Estas caídas poblacionales de peces migratorios de agua dulce, dice la investigación, ponen en peligro la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de millones de personas, especialmente en comunidades vulnerables de América Latina, África y Asia, así como la supervivencia de otras innumerables especies y la salud y resistencia de ríos, lagos y humedales.
La pérdida y degradación del hábitat -incluida la fragmentación de los ríos por presas y otras barreras y la conversión de humedales para la agricultura- representan la mitad de las amenazas para los peces migratorios, seguidas de la sobreexplotación.
Además, la pérdida de poblaciones de forma constante, que lleva treinta años, se debe al aumento de la contaminación y el agravamiento de los efectos del cambio climático.
El fundador de la Fundación Mundial para la Migración de los Peces, Herman Wanningen, asegura en un comunicado que “el catastrófico declive de las poblaciones de peces migratorios es una llamada de atención ensordecedora para el mundo”, y llama a “actuar ahora para salvar estas especies clave y sus ríos”.
Según Wanningen, “los peces migratorios son fundamentales para las culturas de muchos pueblos indígenas, alimentan a millones de personas en todo el planeta y sostienen una vasta red de especies y ecosistemas”.
El estudio recuerda que los peces son “el sustento de decenas de millones de personas”, desde las pesquerías locales hasta el comercio mundial de peces migratorios y subproductos pesqueros, pasando por la multimillonaria industria de la pesca recreativa.
Y abre una ventana de esperanza, al señalar que casi un tercio de las especies estudiadas han aumentado, gracias a la conservación y la gestión mejorada y/o centrada en las especies de pesca, la restauración de hábitats, la eliminación de presas, la creación de santuarios de conservación y la protección jurídica.
Los investigadores subrayan que la eliminación de presas, diques y otras barreras fluviales se ha ido incrementando en las últimas décadas en Europa, con 487 barreras en 2023, lo que representa un aumento del 50% en relación con el año anterior, una práctica que también ha aumentado en Estados Unidos.
La “acción popular para reconectar los ríos europeos y mejorar la movilidad de los peces va en aumento”, ha afirmado el director de Wetlands International Europa, Chris Baker, quien ha explicado que junto con Wetlands International, la Red Transeuropea de Vías Navegables “está ayudando a identificar y priorizar los ríos y especies más importantes a los que hay que prestar atención”.
Para que esto alcance una escala mayor, “los gobiernos europeos deben comprometerse y aplicar la ley de Restauración de la Naturaleza para ayudar a acelerar la recuperación de nuestros ríos y peces migratorios”, asegura Baker.
Además, los investigadores llaman a invertir en alternativas renovables sostenibles a las miles de nuevas presas hidroeléctricas que están previstas en todo el mundo, así como poner en marcha otras medidas que contribuyan a los objetivos del Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal de proteger el 30% de las aguas continentales y restaurar el 30% de las aguas continentales degradadas.
En particular, señalan, alcanzar el objetivo del Desafío del Agua Dulce de restaurar 300.000 kilómetros de ríos degradados “contribuirá enormemente a invertir la tendencia de las poblaciones de peces migratorios”.