La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) opina que es una completa “paradoja” que América Latina y el Caribe, siendo uno de los mayores productores y exportadores de alimentos en el mundo, arrastre un “núcleo duro” de un 7% de personas con hambre en la región.
El coordinador subregional para Mesoamérica y representante de la FAO en Panamá y Costa Rica, el brasileño Adoniram Sanches, afirmó en una entrevista con EFE que la “paradoja” de este asunto es “cómo no se encuentra una solución para ese núcleo duro de hambre”.
Las matemáticas para describir esto son sencillas, indicó: “Los 33 países de la región, incluidos los centroamericanos, alimentamos a más de 1.500 millones de personas en el mundo y (solo) somos 630 millones de habitantes, y arrastramos aproximadamente un 7% de personas con hambre”.
Esta problemática, adelantó, será discutida y analizada en la Conferencia Regional para América Latina y el Caribe que tendrá lugar del 18 al 22 de marzo en Guyana.
Recordó, sin embargo, que en las últimas dos décadas se venía con buen pie y se había avanzado en el porcentaje de reducción de la prevalencia del hambre en esta zona del mundo.
“Nosotros venimos de un 10%, llegamos a tener 5.3%, y estábamos animados hasta 2014, esperando en bajar de 3% en 2020 y ser considerada una región libre de hambre”, detalló, precisando que en números redondos son casi 43 millones de personas que pasan hambre en América Latina y el Caribe.
Con respecto a la situación en Centroamérica, Sanches manifestó que hay una “trayectoria interesantísima porque Panamá, por ejemplo, en la misma pandemia presentó una trayectoria de reducción de 7 % a 5,7 % en el 2022″.
Agregó que por su parte Costa Rica se estabilizó, mientras que El Salvador, Guatemala y Honduras experimentaron “un aumento en la pandemia de 12% a 13%, y 14%”, pero que ahora vuelve a esos mismos porcentajes de personas con hambre donde se había mantenido.
Sanches explicó que algo que les preocupa son las políticas contra la inseguridad alimentaria, por lo que la FAO, como agencia especializada de Naciones Unidas para los temas de alimentos y agricultura, “siempre convoca cada dos años (como en el caso este mes de Guyana) a ministros de Agricultura, y cada vez más a ministros de desarrollo social y ministros de Ambiente, para discutir respuestas a estos problemas”.
La situación en Mesoamérica y la región
De acuerdo con datos de un informe de la FAO con otros organismos como Unicef o el Programa Mundial de Alimentos (PMA) sobre un Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe de 2023.
“En Mesoamérica, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó el 34.5% en 2022, lo que representó un aumento de 0.4 puntos porcentuales, o 1.3 millones de personas adicionales, en comparación con 2021″, apunta el informe.
En Mesoamérica, en Guatemala y Honduras, más de la mitad de la población se encontraba con inseguridad alimentaria moderada o grave en el período 2020-2022. Belice y El Salvador les siguen con una prevalencia superior al 45%, mientras que México y Costa Rica mostraron tasas más bajas, con 27.6% y 16.2%, respectivamente.
Este informe concluye que América Latina y el Caribe “no está en camino de alcanzar el ODS 2 (el Objetivo de Desarrollo Sostenible que aspira a un mundo libre de hambre para 2030) ni las metas establecidas por la Asamblea Mundial de la Salud, relacionadas con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición”, ya que pese a la bajada en la prevalencia del hambre y la inseguridad alimentaria frente al 2021, “las cifras siguen superando los niveles previos a la pandemia y las estimaciones mundiales”.
El coordinador subregional de la FAO resaltó otra arista vinculada con la inseguridad alimentaria que tiene que ver con lo que considera es un modelo de producción en agricultura que choca “con el medio ambiente”, el cual, afirmó, debe evolucionar hacia la innovación tecnológica, ya que por ser exportadora en la región se ha dado una “presión sobre los recursos naturales”.
Destacó en este sentido que con “seis décadas produciendo y exportando te aparece un pasivo brutal: degradación de suelos, deforestación y emisiones de dióxido de carbono”.
“En la región como un todo, el 57% de emisión viene de la actividad agropecuaria, estamos hablando de deforestación, ganadería, expansión de Ganadería, y la misma producción agrícola de granos”, añadió.