La recaudación tributaria en Latinoamérica y el Caribe en proporción al Producto Bruto Interno (PBI) fue de 21.9% en el 2020, con una reducción de 0.8 puntos porcentuales respecto al 2019 que se produjo ante la irrupción de la pandemia de COVID-19, de acuerdo a un informe difundido por la OCDE.
El informe “Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2022″ tiene en cuenta los niveles y las estructuras tributarias de 27 economías de América Latina y del Caribe, aunque para calcular el dato promedio regional se ha excluido a Venezuela “debido a problemas de falta de disponibilidad de datos”.
El estudio, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), da cuenta de una proporción desigual de los tributos en relación al PBI entre los distintos países, con incidencias que van desde el 12.4% en Guatemala al 37.5% en Cuba.
Con todo, el informe de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (Cepal), el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), revela que el indicador se redujo en el 2020 en 20 de los países analizados, “en gran medida, como consecuencia del impacto del COVID-19.
“En la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, la reducción de los ingresos tributarios nominales estuvo acompañada de un descenso del PBI nominal y, en casi todos los casos, los impuestos se redujeron más que el PBI, por lo que se produjeron descensos generalizados en los respectivos coeficientes tributarios”, señala el estudio.
Impacto del COVID
Según el estudio, que se difunde en coincidencia con la realización de la asamblea anual de la CIAT bajo la presidencia de Argentina, en el 2020 los impuestos sobre bienes y servicios de toda la región fueron los más afectados por la crisis del COVID-19.
Se trata de un dato no menor ya que, según la investigación, la estructura tributaria promedio de la región dependía “enormemente” en el 2020 de los ingresos procedentes de impuestos sobre bienes y servicios, constituyendo cerca de la mitad de la recaudación impositiva total (48.4%).
El enorme peso del impuesto al valor agregado (IVA) o Impuesto General a las Ventas (IGV) en la región es notable: 27.5% de los ingresos tributarios de Latinoamérica y el Caribe en el 2020 correspondió a este tributo.
Al analizar el comportamiento de los ingresos tributarios durante la crisis de la pandemia en 18 países de la región, con especial atención a los impuestos sobre la renta, el IVA o IGV y los tributos especiales, el informe señala que hubo fuertes caídas de recaudación en términos reales durante el segundo trimestre del 2020, período que coincide con medidas de confinamiento en la mayoría de las economías.
Durante la segunda mitad del 2020, hubo una recuperación a “distintas velocidades”, pero, en términos acumulativos, los ingresos tributarios se mantuvieron “significativamente por debajo” de los del 2019 hasta finales del 2020.
En los primeros ocho meses del 2021, los ingresos tributarios en la región aumentaron un 21.3% en comparación con el mismo periodo del 2020 y estuvieron un 4.6% por encima de los registrados en igual lapso del 2019.
Hidrocarburos y minería
El informe dedica una sección especial a analizar los ingresos tributarios provenientes de recursos naturales no renovables en medio de la conmoción de los mercados mundiales de petróleo como consecuencia de la crisis sanitaria.
En este contexto, los ingresos relacionados con los hidrocarburos en la región se redujeron en promedio desde el 3.1% del PBI, en el 2019 al 2.1%, en el 2020 “por la evolución de los precios externos y la reducción de la producción”.
Asimismo, la recaudación procedente de la minería como proporción del PBI cayó, en promedio, desde el 0.4% en el 2019 al 0.3% en el 2020, reducción que se explica por la “debilidad” de los precios internacionales de la mayoría de los minerales y metales y por la menor producción como consecuencia, en parte, de las restricciones sanitarias.
Según el informe, para el 2021 se prevé una recuperación de los ingresos provenientes de los recursos naturales no renovables -de 3% del PBI para los ingresos derivados del gas y el petróleo y de 0.6% del PBI para los procedentes de la minería- “gracias al aumento de la demanda mundial, a unos precios favorables y una mayor producción”.