Andy Byford señala hacia el techo, con forma de catedral, la excelente acústica, la “pureza estética” que los rodea.
El director de la red de transporte público de Londres habla bellezas de una estación del tren subterráneo, parte de una nueva línea que, según él, será “la envidia del mundo”, a ser inaugurada este mes.
“Le da a la gente una sensación de esplendor y también de calma”, dice Byford al pasear a un grupo de periodistas por la Estación de la Calle Liverpool, parte de la nueva Línea Elizabeth que cruza Londres de este a oeste. La línea será inaugurada el 24 de mayo.
El proyecto costó 19,000 millones de libras (US$ 23 millones) e incluye tramos subterráneos y otros al aire libre. Su nombre es un homenaje a la reina Isabel II.
La iniciativa tomó tres años y medio más de los pensado inicialmente y el presupuesto se excedió en 4,000 millones de libras (US$ 5,000 millones). Pero Byford afirma que revolucionará el transporte público de una Londres que empieza a salir de la pandemia.
“Creo que cuando empiece a funcionar les levantará la moral a los londinenses”, declaró Byford, quien es el comisionado de transportes de Londres. “¿Qué mejor símbolo del resurgimiento de Londres tras el COVID que este tren tan espectacular?”.
Hay quienes se preguntan si Londres necesitaba realmente esta línea.
Desde que comenzaron las obras en el 2009, Londres soportó una recesión, la traumática salida de la Unión Europea y una pandemia del coronavirus que paralizó la ciudad por meses y transformó el trabajo y el transporte.
Tony Travers, profesor de administración pública de la London School of Economics, dijo que la Línea Elizabeth “es algo notable y hermoso”.
“Pero fue construido, con mucho esfuerzo y a lo largo de mucho tiempo, para otra economía”, manifestó. “El proyecto se basó en la idea de que la economía del centro de Londres seguiría creciendo”.
El principal proyecto de infraestructura que encara Gran Bretaña en décadas requirió la excavación de túneles a lo largo de 42 kilómetros (26 millas) debajo de la ciudad más grande de Europa. Se encontraron huesos de mamuts, ruinas romanas y esqueletos de víctimas de una plaga de la época medieval.
La línea debía empezar a funcionar a fines del 2018. Pero demoras en la construcción obligaron a postergar su inauguración varias veces.
En el 2020, la empresa constructora contrató a Byford, un veterano del sector que dirigió la Comisión de Tránsito de Toronto y luego estuvo a cargo del complejo sistema de transporte de Nueva York.
Byford puso en juego su reputación en Londres, comprometiéndose a poner a funcionar la Línea Elizabeth. “Hubo algunos problemas”, expresó. “Sudamos sangre con esto”.
El tramo central de la línea, que es mayormente subterráneo y va de la Paddington Station, en la parte oriental de Londres, hasta Abbey Wood, en el sudeste, empezará a funcionar este mes, aunque no estará integrada plenamente con los tramos oriental y occidental hasta fin de año.
Los constructores dijeron que la Línea Elizabeth ofrecerá una rápida comunicación entre el Aeropuerto de Heathrow, al oeste de Londres, el distrito financiero, en el centro de la ciudad, y Canary Wharf, en el este, sede de numerosas empresas.
Todo aquel que haya usado el vetusto “underground”, como se conoce a la red de trenes subterráneos, parte de la cual tiene 150 años, será gratamente sorprendido por la nueva línea. Son trenes espaciosos que pueden transportar más de 1,000 pasajeros. Y tienen aire acondicionado, algo poco común en los trenes londinenses.
Los túneles parecen una curva constante y las estaciones son altas. Paddington tiene diez pisos y es tan larga como el Shard, el edificio más alto de Londres.
La empresa que se ocupó del proyecto se enorgullece de la atención prestada a los detalles, desde la tela estampada violeta de los asientos hasta los toques divertidos en las estaciones, como el techo de la Estación de la Calle Liverpool, que tiene rayas que evocan los trajes a rayas de los empleados bancarios. Se usa un juego de luces que dirigen a la gente hacia los andenes.
La Línea Elizabeth llega a una ciudad, y un país, con grandes incertidumbres económicas, en el que la guerra en Ucrania alimenta la inflación y el centro todavía no recuperó la actividad de antes de la pandemia ya que mucha gente sigue trabajando al menos parcialmente desde su casa.
Ahora se calcula que la línea transportará unos 200 millones de pasajeros por año, 50 millones menos que los estimados originales.
La red de transporte de Londres necesita más inversiones. Pero el gobierno conservador trata de enfocarse en sectores pobres del centro y el norte del país, y se muestra reticente a dar más dinero a Londres, bastión del Partido Laborista.
Se proyecta una segunda línea nueva que uniría el sudoeste con el noreste de Londres, pero no hay nada firme por ahora.
El director ejecutivo del proyecto, Mark Wild, dice que “si hay una red ferroviaria a prueba de la pandemia, es esta”.
“Es aireada, rápida, con estaciones que parecen catedrales, el aire es fresco. Es moderna, limpia”, señaló. “Si existe un tren que pueda estimular el regreso a la oficina, es esta”, insistió.