No iba a ser una Copa del Mundo tranquila y ya en el segundo partido hay un incendio. La federación inglesa ha pedido Harry Kane, el capitán, que no lleve el brazalete arcoiris, que desgrana los problemas de Qatar y que va más allá de la prohibición de no beber cerveza en los estadios.
“Nos hemos bebido unas cuantas en el apartamento antes de salir, así que no es un drama”, apunto Steve en los aledaños del Khalifa International Stadium de Doha, donde la afición iraní era mucho más numerosa que la inglesa.
“Sabíamos que harían lo que querían”, añade, ante la decisión de la FIFA de prohibir la cerveza en estadios y alrededores a 48 horas del arranque del Mundial. Un veto que tiene su consecuencia social, con miles de aficionados engañados por la promesa de una relajación del tratamiento del alcohol en este país, y económica, puesto que la FIFA se puede enfrentara a una ruptura contractual con Budweiser, la proveedora oficial de cerveza que ahora solo podrá suministrar su producto en las ‘fan zones’ y la variedad sin alcohol en los estadios.
“Es un poco desconcertante, pero son sus leyes, es su país. Si lo deciden así, no está mal. Ya bebimos suficientes anoche”, asegura Ryan.
“La Copa del Mundo va sobre celebrarse en diferentes países y unir culturas, sabes que tienes que aceptarlo”, matiza, despejando el estigma de que los aficionados ingleses no serían capaces de aguantar la prohibición.
Lo cierto es que la masa más problemática de la afición inglesa no tiene posibilidad ni de viajar hasta Qatar, puesto que aquellos ‘hooligans’ con antecedentes de provocar problemas en estadios deben entregar su pasaporte en comisaría antes del comienzo del torneo.
“Si no hay cerveza, tendremos que jugar mejor para que se diviertan más”, bromeó en rueda de prensa Aaron Ramsdale.
El problema es que la prohibición de la cerveza ha pasado a un segundo plano. Un par de días antes del debut de Inglaterra, la FIFA decidió imponer el uso de una serie de brazaletes, que tratan diferentes causas, para impedir que cada selección utilizara el suyo propio y cercenar, por lo tanto, la iniciativa “OneLove”, esa que pretende dar luz a la discriminación existente en Catar, especialmente a aquella relacionada con los derechos LGBT.
Para ello, nueve capitanes de selecciones europeas vestirían un brazalete multicolor. Incluso estas selecciones aceptaron posibles sanciones económicas. Hasta que la FIFA fue más allá. De la multa económica pasó a la deportiva. Amenazó a los equipos con mostrar amarilla al capitán nada más arrancar el encuentro. Y las naciones europeas se echaron para atrás.
“Eso es un gran problema. Creo que deberían hacerlo de todos modos. Llevar el brazalete y aceptar la tarjeta amarilla, ese sería un mensaje poderoso. En el segundo partido que le den el brazalete a otro. Y así todos los partidos. Sería un bonito mensaje, porque tenemos que vivir en un mundo inclusivo”, explica Ryan.
“Definitivamente es una decisión controvertida”, apunta uno de sus amigos.
Las redes se han llenado de peticiones a Kane para que haga oídos sordos a la petición de la FA de que prescinda de este brazalete. Nada haría más ruido que una imagen del delantero inglés siendo amonestado por llevar un brazalete multicolor en el brazo. Nada haría más daño a la FIFA y a su decisión de conceder un Mundial a un país que no respeta los derechos humanos.