Tania Ramírez, investigadora y activista, observa desconsolada los árboles talados para abrir paso al Tren Maya entre Playa del Carmen y Tulum, donde la megaobra del gobierno mexicano tropieza con un oasis de selva, cenotes y mar.
A simple vista, las excavadoras solo arrasaron una porción de selva de la Riviera Maya, una de las joyas que convirtieron a México en el segundo país más visitado en el 2021.
Las obras de este tramo, suspendidas por orden judicial, amenazan también un tesoro único: la red subterránea de cuevas, ríos y cenotes (pozos cristalinos de agua dulce) que desemboca en el mar Caribe.
“Es un suicidio”, dice Ramírez, espeleóloga de 42 años. “Es cortar las venas de un lado al otro”, añade la experta en cavernas junto a un par de máquinas estacionadas cerca de Playa del Carmen.
Aunque pasa desapercibida por los troncos y ramas cortadas, una cueva que ambientalistas bautizaron “Dama Blanca” -por un pez endémico- se interpone en el recorrido del tren turístico en esa zona, donde se construye un trayecto de 60 km.
La gruta conduce a un río subterráneo y está cubierta de estalactitas (formaciones rocosas) entre las que vuelan murciélagos.
Los ecologistas aseguran que los trabajos de la vía férrea -de un total de 1,554 km- impactan severamente este ecosistema, incluidas su rica fauna silvestre y los cenotes.
Estos pozos de color turquesa se cuentan por cientos en la frondosa selva maya y están conectados con el manto acuífero que abastece a poblaciones a través de aljibes.
La última caverna descubierta, que Ramírez nombró “El escondrijo”, guarda vestigios arqueológicos, que han aparecido por miles durante las obras y están siendo preservados, según el gobierno. La investigadora cree que en esta pequeña cavidad los mayas guardaban víveres.
“A cada paso que das puedes encontrar una cueva, y muchas veces me dicen ‘no está en el trazo, está al lado’”, pero en realidad todo está conectado, explica.
Por su tamaño y porosidad, activistas describen el área como un gran “queso gruyer”.
“Es una zona hueca que no soportaría el peso de un tren”, señala Vicente Fito, buzo de 48 años que recorre esos ríos casi a diario. “Va a pasar por lugares donde todo está así, con agua o sin agua, pero hueco”.
“Impostores”
El tramo que enfrenta a grupos ambientalistas con el presidente Andrés Manuel López Obrador recorrería inicialmente la autopista que conecta Playa del Carmen y Tulum con el balneario de Cancún (estado de Quintana Roo, este).
Pero a inicios de este año el trazo fue modificado porque la zona cercana a la costa es más vulnerable, pues alberga mayor cantidad de cenotes y ríos, según el mandatario izquierdista, que espera inaugurar su obra insignia a fines del 2023.
“Lo que se buscó fue irnos a las tierras (selváticas) de atrás, donde hay más firmeza en el suelo y menos cenotes o no hay, o menos ríos”, sostiene López Obrador.
El recorrido original incomodaba a la industria hotelera por la congestión que generaban los trabajos en el área urbana.
A finales de abril, un juez federal ordenó suspender provisionalmente las obras del tramo 5, uno de los tres que construye el Ejército, tras un amparo del movimiento ecologista “Sálvame del Tren”.
Ese frente incluye a artistas como el actor Eugenio Derbez y a Rubén Albarrán, vocalista de la banda Café Tacvba.
El juez argumentó que la obra carece de estudios de impacto ambiental, lo que el gobierno promete rebatir en las audiencias venideras.
“El tren no va a afectar cenotes, no va a afectar ríos submarinos, esa es una invención”, asevera López Obrador, quien denuncia que “entre los ambientalistas hay impostores” y que algunas oenegés son financiadas por empresas hoteleras y Estados Unidos.
El presidente también defiende que se han reforestado casi 500.000 hectáreas en la región.
En medio de la polémica, el gobierno difunde testimonios a favor de la obra como los de pobladores del ejido Jacinto Pat, en Tulum, que no estuvieron disponibles para hablar con la AFP.
López Obrador apuesta a que el tren, en el que el Estado invierte unos US$ 10,000 millones y que recorrerá la Península de Yucatán, impulse el desarrollo en una de las regiones más empobrecidas de México, con un enfoque turístico más social.
“Legado de destrucción”
Lenin Betancourt, presidente del Consejo Coordinador Empresarial de la Riviera Maya, ve en la obra una oportunidad para reducir la pobreza en Cancún y Tulum, que ha crecido pese a la derrama económica en esta zona donde operan las grandes cadenas hoteleras del mundo.
“Necesitamos generar este tipo de proyectos y sobre todo de esta envergadura. Tenemos que combatir esa pobreza”, dice, señalando que se debe sacar adelante la obra “con el menor impacto ambiental”.
El turismo representa casi 9% del PBI de México.
Sin embargo, para Otto Von Bertrab, espeleólogo y activista, solo hay una solución: “vuelvan a la carretera y hagan un tren viable que pare en los hoteles y pueblos, que les sirva a los turistas, a los trabajadores”.
De otra forma, advierte, “el legado de este presidente va a ser de destrucción”.