Marine Le Pen moderó su imagen y apostó electoralmente por el poder adquisitivo, en lugar de su programa de extrema derecha, para alcanzar la presidencia de Francia. No lo logró, pero sus ideas atrajeron a un mayor número de votantes.
En su tercer intento de llegar al Elíseo, la candidata de Agrupación Nacional (RN), de 53 años, obtuvo alrededor de un 42% de votos, según las primeras estimaciones, casi ocho puntos más que en 2017 cuando cayó ante el centrista Emmanuel Macron con un 33,9% de votos.
“Las ideas que nos representan alcanzan cimas (...) El resultado representa en sí mismo una brillante victoria”, aseguró este domingo esta abogada de formación, que desde que en 2011 tomara las riendas del entonces Frente Nacional (FN), fundado por su padre, intentó borrar su imagen de extremista.
Jean-Marie Le Pen ya alcanzó el hito de disputar el balotaje en 2002, cuando obtuvo un 18% de votos frente al conservador Jacques Chirac, pero con una imagen de partido racista, antisemita y nostálgico de la Argelia colonial.
La también diputada fue apartando a los miembros destacados de estos sectores, incluso a su padre, y otros se unieron a las filas de su rival Éric Zemmour, que, según los observadores, busca resucitar el tradicional FN y la ayudó a parecer menos radical.
Marine era la única de las tres hijas de Jean-Marie Le Pen que en un principio no quería entrar en política. Sin embargo, la relación con su padre marcó siempre su carrera política, entre el rechazo y la búsqueda del reconocimiento.
Cuando tenía ocho años, un atentado contra su progenitor destruyó la fachada de su casa. Este trauma la hizo más dura, como ella dice, al igual que la guerra pública del divorcio de sus padres y su etapa como madre soltera.
Cercana, pero poco “creíble”
Aunque no logró su sueño de mudarse al Elíseo, logró operar parcialmente la transformación hasta lograr el mejor desempeño de su formación en una presidencial. La mitad de los franceses la ven cercana a la gente, por delante de Macron, aunque menos competente que su rival, según un sondeo reciente de Elabe.
“El cambio de imagen no será suficiente, por sí solo, para lograr un voto ‘a favor’ ni para impedir un voto ‘en contra’”, avanzó el experto Gilles Finchelstein, director de la Fundación Jean-Jaurès, para quien Le Pen no consiguió mostrarse “creíble”.
Su campaña la centró en criticar el alza del precio de la energía, en un contexto de temor sobre la pérdida de poder adquisitivo, y en asegurar que no atrasará la edad de jubilación de los 62 a los 65 años como propone Macron, sino adelantarla a 60 en algunos casos.
Para diferenciarse de su rival, percibido como “arrogante”, esta criadora de gatos nacida el 5 de agosto de 1968 en Neuilly-sur-Seine, una ciudad acomodada al oeste de París, visitó mercados, subió a tractores y dio entrevistas íntimas...
Su intento de banalizar la extrema derecha y atraer al electorado de izquierda, clave en el balotaje, hizo que sus rivales del partido ultraderechista ¡Reconquista!, entre ellos su sobrina Marion Maréchal, le pidieran incluso “no olvidar los valores de derecha”.
Mismo programa
“Su programa apenas ha cambiado respecto a los fundamentos del FN”, según Cécile Alduy, profesora de la universidad de Standford. “Pero ha elegido un vocabulario diferente para justificarlo: en nombre del laicismo y los valores republicanos, e incluso del feminismo”.
Sus planes pasaban por frenar la migración y combatir la “ideología islamista”: reservar las ayudas sociales a los franceses, acabar con la reagrupación familiar o prohibir el velo en el espacio público. Este último la enfrentó duramente a Macron durante la campaña.
Tras su tercera derrota, ¿qué hará ahora? “En principio no me presentaré de nuevo”, dijo en marzo al Journal du Dimanche (JDD). Y este domingo se dijo dispuesta a librar la “gran batalla” de las legislativas de junio.
Le Pen enfrenta una investigación judicial por un supuesto fraude en la contratación de asistentes cuando era eurodiputada. Y su partido debe devolver una deuda millonaria contraída en 2014 con acreedores rusos, que le valió acusaciones de “depender” de la Rusia de Vladimir Putin.
Marine Le Pen, una rubia de carácter firme y ojos claros, se presenta como una “mujer moderna” y soltera. Esta madre de tres hijos se divorció dos veces, se separó de su última pareja, Louis Aliot, y vive con una amiga de infancia a la que acogió.