Unas tres semanas después de que las tropas rusas entraran en Ucrania, al otro lado del planeta, en Indonesia, Liesye Setiana se vio obligada a cerrar su negocio de plátanos fritos por falta de aceite de cocina.
Millones de consumidores y empresas tienen que hacer frente a precios récord y una penuria de aceite de cocina en este archipiélago del sureste de Asia, primer productor del mundo de aceite de palma.
La guerra entre Ucrania y Rusia, los dos mayores productores de girasol del mundo, disparó el precio de los aceites vegetales, y en Indonesia, los exportadores privilegiaron las exportaciones, más rentables que las ventas domésticas.
Liesye Setiana, de 49 años, tuvo que hacer un viaje de una hora para intentar encontrar los ocho litros de aceite de palma que necesita para hacer funcionar su comercio.
Pero debido a un racionamiento de las ventas, esta madre de familia se fue con las manos vacías.
El aceite de palma, el más utilizado en el archipiélago para la preparación de alimentos, también es empleado por la industria para la fabricación de cosméticos o de chocolate para untar.
“Estaba furiosa, le dije a los vendedores que realmente necesitaba el aceite para mi propio uso, no para almacenarlo”, dijo la mujer que ganaba unas 750,000 rupias (US$ 51 o 48 euros) al día con su modesto negocio.
“¿Cómo es posible que tengamos una escasez de aceite de cocina cuando Indonesia es el mayor productor mundial de aceite de palma?”, se exclama.
Gran parte de la población se enfrenta al mismo problema. En Java o Borneo los habitantes, cargados de bidones, tuvieron que hacer fila durante horas para intentar procurarse aceite.
En marzo, dos personas murieron de agotamiento, entre ellas una que tuvo que hacer cola en tres lugares diferentes bajo un calor abrasador con la esperanza de obtener aceite de palma, cuyo precio alcanzó las 20,100 rupias por litro en su punto máximo.
Exportaciones suspendidas
Indonesia suministra alrededor del 60% de todo el aceite de palma producido a nivel mundial, un tercio del cual se consume en el archipiélago. India, China, la Unión Europea y Pakistán se encuentran entre sus principales clientes.
La escasez de aceite de palma en el mercado nacional llevó al gobierno a suspender las exportaciones el mes pasado durante unos 20 días para reponer las existencias e intentar bajar los precios.
Pero el precio al por mayor del aceite de cocina sigue estando muy por encima del objetivo del gobierno de 14,000 rupias el litro. Por lo que los indonesios tienen que tomar decisiones difíciles.
Sutaryo, que como muchos compatriotas sólo tiene un nombre, tuvo que subir los precios del “kripik tempe”, un plato tradicional a base de soja fermentada, que fabrica en un taller de su casa y despedir a cuatro empleados.
“Con el aumento del precio del aceite de cocina, tenemos que calcular muy bien nuestros costes de producción. Nuestros clientes no tienen más remedio que aceptar un precio más alto”, dice este hombre oriundo de Yakarta.
“Impacto importante” para los más pobres
En el 2021, los precios del aceite vegetal ya registraban un alza, pero el impacto de la invasión de Ucrania los ha llevado a niveles récord, afirma Mohammad Faisal, director ejecutivo del Centro para la Reforma Económica (CORE Indonesia).
“Para los más pobres, el impacto es significativo porque al mismo tiempo se produce un aumento de los precios de otros alimentos”, dijo el economista del centro de reflexión.
A Liesye Setiana, cuyo marido fue despedido, le preocupa no poder pagar la escuela de sus dos hijos. “Si el precio de los productos básicos sube, nos quedará muy poco dinero para los otros gastos”, suspira.