Por un lado, un presidente que cuestiona la integridad del sistema electoral de Brasil. Por el otro, un aspirante advierte que podría hacer retroceder la mayor privatización del país en décadas.
Los banqueros de inversión, sin embargo, son optimistas sobre el impacto de las elecciones presidenciales de este año en el apetito de los inversores por futuros acuerdos.
Afirman que la atención de los inversores está centrada en los riesgos globales, como el aumento de las tasas de interés y la inflación en Estados Unidos o la guerra en Ucrania, según los ejecutivos, lo que hace que una contienda presidencial entre dos caras conocidas parezca una preocupación manejable.
“Dado el panorama mundial, Brasil representa una oportunidad atractiva para los inversores como proveedor global de materias primas, que probablemente anule cualquier posible incertidumbre política a corto plazo”, dijo Max Ritter, director gerente de Goldman Sachs & Co responsable de América Latina.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha ceñido a una probada retórica de izquierda. Sin embargo, los banqueros consideran que su decisión de escoger como compañero de fórmula al exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, de tendencia centrista, es un guiño a las políticas favorables al mercado que adoptó al llegar al poder en el 2003.
Ricardo Lacerda, fundador y presidente ejecutivo del banco de inversión brasileño BR Partners, reconoció el riesgo de que el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro y sus partidarios puedan impugnar el resultado de las elecciones, tras poner en duda el sistema de voto electrónico de Brasil.
Pero dijo que el interés en las fusiones y adquisiciones sigue siendo fuerte en Brasil, incluso cuando el apetito por nuevas ofertas de acciones ha disminuido.
“Algunos inversores están volviendo a mirar a Brasil después de que las fuertes subidas de las tasas de interés impulsaron al real”, manifestó Lacerda.
El jefe de Citigroup para América Latina, Eduardo Cruz, dijo que puede haber una ventana para la renovación de las emisiones de acciones a finales de año, aunque espera que la mayoría de las empresas que cotizan en bolsa vendan nuevas acciones en lugar de una nueva ola de ofertas públicas iniciales.
El gobierno de Bolsonaro se apresura a privatizar la empresa estatal de energía Centrais Eletricas Brasileiras SA, o Eletrobras, con una venta de acciones que diluya la participación del gobierno y recaude más de US$ 6,000 millones antes de las elecciones de octubre.
Lula ha advertido a los “líderes empresariales serios” que se mantengan alejados del acuerdo, diciendo a sus partidarios que los compradores que participen en las privatizaciones bajo Bolsonaro “tendrán que hablar con nosotros”.
Tres banqueros involucrados en el acuerdo de Eletrobras, que pidieron el anonimato para hablar libremente, dijeron que siguen viendo un fuerte interés en Eletrobras entre los inversores extranjeros. Calificaron los comentarios de Lula de retórica de campaña sobrecalentada.
“No hay muchos activos disponibles en todo el mundo con un fuerte potencial de subida como Eletrobras después de la privatización”, opinó uno de ellos.