La llegada a los países bálticos de decenas de miles de ucranianos que huyen de la invasión rusa a Ucrania obliga a las autoridades a gestionar temas logísticos, pero también a proteger a los refugiados de la hostilidad de los partidarios de Rusia entre la numerosa población étnica rusa de Letonia y Estonia.
Así, las autoridades de Estonia, Letonia y Lituania deben afrontar de repente problemas que van desde el alojamiento, la atención y la educación de los niños recién llegados hasta la protección de los refugiados frente a las bandas de traficantes y la hostilidad de los partidarios de las políticas de Rusia.
Medios locales estonios y letones manifiestan su preocupación por que las historias de sufrimiento de los ucranianos recién llegados (en su mayoría mujeres con niños) agraven asimismo la hostilidad entre los estonios y letones étnicos y los partidarios mayoritariamente rusos del presidente Vladímir Putin, así como contra los rusos como grupo.
Hasta la guerra las relaciones étnicas eran mayoritariamente pacíficas.
No obstante, una encuesta realizada en la primera semana de marzo por el centro de investigaciones sociales SKDS y la cadena pública letona revela que el 90% de los ciudadanos con el letón como lengua materna apoyan a Ucrania, frente a sólo el 22% de los rusoparlantes.
Los nacionalistas en las redes sociales aprovecharon este sondeo para afirmar que existe una “quinta columna” formada por una parte significativa de rusos étnicos de Letonia, muchos de ellos descendientes de rusos reubicados en ese país báltico durante la ocupación soviética como trabajadores en las industrias soviéticas o en el ejército.
El primer ministro letón, Krisjanis Karins, llamó en reiteradas ocasiones a la unidad y la solidaridad entre todos los habitantes del país y a evitar las expresiones de ira contra los rusos.
Aun así, algunos políticos nacionalistas y comentaristas sostienen que este punto de vista ignora la necesidad de confrontar y desafiar a los partidarios evidentes de Putin y de la invasión rusa.
Los gobiernos nacionales y locales deben gestionar estas posibles tensiones crecientes al mismo tiempo que tienen que procesar cifras de solicitantes de asilo nunca vistas desde los primeros meses de la II Guerra Mundial, cuando polacos y algunos judíos austriacos y alemanes encontraron refugio en los países bálticos entonces neutrales.
Ya se han registrado incidentes con banderas ucranianas y carteles de apoyo arrancados en algunos barrios de Riga o alguna agresión por llevar un emblema ucraniano.
Hay asimismo problemas dentro de la comunidad ucraniana de Letonia, una de las mayores minorías étnicas después de los rusos.
La embajada de Ucrania publicó recientemente una declaración en la que condenaba a varias organizaciones ucranianas locales por ser pro-Kremlin, algo que Irina Dukule, presidenta de la organización Unión de Sociedades Ucranianas de Letonia negó vehementemente en declaraciones a los medios.
El martes, el presidente de Letonia, Egils Levits, se dirigió a los alumnos de la Escuela Ucraniana de Riga, que ha acogido a casi 130 nuevos estudiantes de entre los miles de refugiados que llegan a la capital letona.
“Los rusos están manteniendo un perfil bajo” a la espera de un desenlace de la guerra en Ucrania”, dijo Juri Estam, publicista y excomentarista político de la televisión estonia, desde la capital, Tallin.
No obstante, el “Postimees” informa de que los refugiados de guerra ucranianos son reacios a venir a una zona predominantemente rusa del este de Estonia.
“Los ucranianos tienen algo de miedo de venir al condado de Ida-Viru. No insisten en venir aquí porque conocen nuestra región”, señaló un funcionario local, citado por el periódico.
En Riga, la coalición entre socialdemócratas, liberales, conservadores y nacionalistas trata en tanto de evitar un momento crítico: la conmemoración el 9 de mayo de la “victoria” soviética sobre la Alemania nazi en un lugar conmemorativo en Riga que muchos letones consideran un monumento a la opresiva ocupación soviética durante casi 50 años.
El alcalde de Riga, el liberal Martins Stakis, está organizando una exposición de fotos de la guerra de Ucrania cerca del llamado “Monumento a la Victoria” y asegura que no se permitirán reuniones públicas en ese lugar el 9 de mayo.
En años anteriores, incluso a pesar de las restricciones por la pandemia, el 9 de mayo, atrajo a miles de personas, principalmente rusos étnicos, para depositar flores, escuchar discursos y actuaciones musicales.
Los representantes de la Unión de Rusos de Letonia (LKS), en la oposición municipal en Riga, insisten en que la gente tiene derecho a depositar flores por los soldados que murieron liberando a Letonia de la ocupación nazi.
En tanto, en Lituania, los rusos étnicos representan alrededor del 5% de la población.