En las oficinas de cambio de divisas fuera del Gran Bazar de Estambul, luces rojas parpadeantes mostraban el movimiento de la turbulenta lira turca, con fluctuaciones salvajes y un desplome a un nuevo mínimo histórico.
Algunos clientes que buscaban dólares estadounidenses hacían cola frente a la tienda Atlas Exchange and Gold, con la esperanza de captar el momento ocasional en que la lira rompía su tendencia a la baja con una breve recuperación.
Otros, con dólares para vender, esperaron la decisión del Banco Central sobre las tasas de interés para vender a primera hora de la tarde. Como se esperaba, la autoridad monetaria recortó los tipos por tercera vez consecutiva, llevando a la moneda por encima de las 11 liras por dólar por primera vez.
Antes y después de la decisión, la moneda osciló bruscamente, casi un 10% en un solo día y debilitándose hasta 11.3 por dólar por primera vez.
Para los comerciantes y los clientes del mercado del siglo XV, la caída de la lira y la inflación de 20% contribuyen a elevar el costo de la vida, con precios que suben a un ritmo desconcertante.
“No podemos llegar a fin de mes”, dice el tendero Mehmet Karadag. “Hoy vendemos 10,000 hoy y mañana 20,000, pero no podemos reponer. Así que estamos realmente acabados. Esta es la situación de Turquía en este momento”.
La lira ha perdido un tercio de su valor en lo que va de año, la mayor parte en los dos últimos meses, ya que el banco central, tras la reiterada insistencia del presidente Tayyip Erdogan, bajó las tasas de interés muy por debajo de la inflación y aceleró la caída.
Erdogan afirma que las tasas altas hacen subir la inflación, en contra de la opinión de la mayoría de los economistas que creen lo contrario.
El presidente dice los tipos más bajos deberían ayudar a las empresas a pedir préstamos, invertir y expandirse mientras se prepara para elecciones a mediados del 2023.
Pero los sondeos de opinión muestran una fuerte caída del apoyo al hombre que ha dirigido Turquía durante casi dos décadas, ya que su partido gobernante, el AK, ha perdido gradualmente su reputación de gestión económica.
“Todo es muy caro, las condiciones de vida son cada vez más difíciles. Ya no podemos permitirnos algunos lujos”, afirmó Erkin Aytekin.
Muharrem Kilic, un estudiante de 16 años, dijo que el futuro parecía sombrío y que el banco se equivocaba al recortar las tasas. “Habrá subidas de precios, una tras otra”, dijo.