Tupak, el oso andino que fue rescatado en Ecuador de un área urbana donde se encontraba amenazado por algunos pobladores tras haber atacado su ganado, camina libre desde esta semana en su nuevo hogar, un área protegida de bosques andinos alejada de los seres humanos, a la que fue trasladado en un complejo operativo con helicóptero.
El animal estuvo esperando más de tres meses en cautiverio en el Zoológico de Quito la disponibilidad de un helicóptero con la potencia suficiente para cargar su peso y elevarse por encima de la cordillera de los Andes hasta liberarlo dentro del Parque Nacional Cayambe Coca, una zona de más de 400,000 hectáreas que transitan entre la sierra andina y la selva amazónica.
Este oso de anteojos, llamado así por las dos manchas de color claro que destacan en su rostro sobre el pelaje negro, viajó sedado desde el Zoológico de Guayllabamba, en Quito, vigilado minuciosamente por un equipo de veterinarios que controlaba sus constantes vitales.
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Dos semanas atrás, el 14 de marzo, hubo un primer intento por trasladarlo hasta su nuevo hogar, pero la complicada meteorología de los Andes, con nubosidad extremadamente cambiante, hizo que la aeronave no tuviese las condiciones de seguridad y visibilidad necesarias para cruzar la cordillera y tuvo que abortar la operación de liberación de Tupak.
Segunda liberación en 13 meses
Para el animal, cuya especie está considerada como en peligro de extinción, esta situación no es nueva, pues ya fue rescatado en una primera ocasión al merodear y cobrarse la vida de varias cabezas de ganado en la cuenca alta del río Pisque, un área poblada de la provincia de Imbabura, en el norte de los Andes ecuatorianos.
Sin embargo, tras su posterior liberación en febrero de 2023 volvió nuevamente a la misma zona y mató a varias vacas, por lo que los habitantes pedían a las autoridades que tomen medidas.
“Esta constante interacción con las personas, los cultivos y después la ganadería provocó un cambio en su comportamiento. Toleró mucho la gente y la gente toleraba también de alguna manera su presencia, pero con el tiempo vino a provocar lastimosamente algunos daños económicos a las actividades productivas de sector rural”, explicó a EFE el biólogo de la Prefectura de Imbabura, Andrés Laguna.
Eso llevó a que campesinos de la zona lo viesen como un enemigo, y con el fin que no volviese al mismo lugar, ahora el objetivo fue llevarlo a una zona mucho más remota, en un hábitat natural más amplio para él, de modo que no tenga opción de encontrarse con zonas pobladas por el hombre y a su vez pueda interactuar con otros ejemplares de su especie.
“Un imponente tamaño”
Tupak tiene 4 años de edad, “es un joven adulto y su imponente tamaño y apariencia generaba mucho temor”, detalló Laguna.
El animal nació en 2020, dentro de la tercera generación de una subpoblación de osos andinos que habitan en la zona noreste de la provincia de Imbabura, donde hasta hace cinco años no se conocían interacciones directas de estos animales con el hombre, algo que ahora se ha vuelto frecuente con la deforestación de bosques andinos, entre otros factores como el cambio climático.
Este nuevo operativo de liberación fue financiado por el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica, con el apoyo de técnicos de la Prefectura de la provincia de Imbabura y de la Fundación Cóndor Andino, quienes colocaron a Tupak un collar rastreador que permitirá conocer su ubicación a diario durante los próximos tres años.
“Es un rastreador que se cae solo cuando cumple su tiempo de vida”, explicó a EFE el presidente investigador de la Fundación Cóndor Andino, Sebastián Kohn, sobre este dispositivo que envía su ubicación hasta cuatro veces al día mediante un sistema de GPS.
La única opción para Tupak
Para Kohn, si bien el oso también ha sido alimentado por el hombre en su anterior hogar y tenía acceso a comida fácil, en su nuevo hábitat “le va a tocar arreglarse, porque no hay otra opción para este oso”.
“Este no es un oso que puede estar en una zona donde haya gente porque va a entrar en conflicto y eventualmente lo van a matar”, advirtió el investigador, quien señaló que “lamentablemente hay por lo menos otros dos osos en esa zona (de Imbabura) que están pasando algo muy parecido”.
Durante la estancia en el Zoológico de Quito, su personal y técnicos trataron de que tuviera la menor interacción posible con las personas, alojado en un espacio fuera de las visitas al público, y con una dieta especial con plantas típicas del bosque de su hábitat para que no pierda esa conexión.
“Lo ideal era hacer este traslado cuanto antes, para que no pasase demasiado tiempo estando en estas condiciones. Cuanto antes, mejor. Trasladar al animal pronto significa mayores posibilidades de éxito para él. En eso cada día cuenta, y para nosotros era muy importante acelerar los tiempos de alguna manera”, contó a EFE el director del Zoológico de Quito, Martín Bustamante.
“Coordinamos entre diversas instituciones como el Ministerio de Ambiente, la Prefectura de Imbabura y la Fundación Cóndor Andino, y unimos fuerzas para poder hacer este traslado pronto”, destacó Bustamante.
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