Desde los supermercados hasta los restaurantes y las fábricas, la escasez se agrava en el Reino Unido debido a los problemas en la cadena de suministro causados por el Brexit y la pandemia, y los empresarios piden al gobierno que actúe.
El rey de las hamburguesas, McDonald’s, anunció el martes que de momento no podrá ofrecer batidos ni bebidas embotelladas en sus 1,250 establecimientos en el Reino Unido.
La cadena de restaurantes Nando’s se vio obligada a cerrar unos 50 establecimientos la semana pasada por escasez de pollo, atribuida a la falta de trabajadores en las empresas proveedoras.
La cadena estadounidense KFC advirtió recientemente que las dificultades logísticas estaban provocando escasez de algunos productos del menú y los restaurantes de alta gama Novikov se están quedando sin carne de Wagyu.
Entre los supermercados, la cadena Iceland y su rival Co-Op también se quejan de que los productos se agotan.
En la industria, las fábricas de automóviles tuvieron que interrumpir la producción debido a la escasez de componentes, lo que provocó una caída de las ventas del 30% en julio y una reducción de la producción a su nivel más bajo desde los años 1950.
Las pequeñas y medianas empresas también se ven afectadas, especialmente en el sector de la construcción, donde algunas se están quedando sin materiales ni trabajadores.
CBI, principal organización patronal del Reino Unido, afirma que las existencias de los minoristas están en su nivel más bajo desde hace casi 40 años.
Éxodo de trabajadores extranjeros
Los problemas de abastecimiento asolan desde hace meses a las empresas británicas y amenazan con lastrar la reactivación económica tras la pandemia.
Contribuye a ellos con fuerza el Brexit, que dificulta la entrada en el Reino Unido de trabajadores procedentes de la Unión Europea (UE). Estos constituyen el grueso de las plantillas de logística, dado que los británicos evitan los oficios con largas horas de trabajo y salarios poco atractivos.
Por su parte, el COVID-19 incrementó el éxodo de trabajadores extranjeros, mientras que muchos en desempleo técnico o despedidos buscaron trabajo en otros sectores.
Jonathan Portes, profesor del King’s College de Londres, señala que las perturbaciones ligadas al coronavirus se observan “en toda Europa”, pero que en el Reino Unido la situación se ha agravado por el “impacto del Brexit”, ya que muchos trabajadores de la UE “no han regresado y puede que no quieran hacerlo”.
“El sistema de inmigración posBrexit también podría alterar los patrones de contratación” de las empresas, agrega.
La federación británica de minoristas advierte que es probable que la situación empeore a partir de octubre, cuando el Reino Unido ponga en vigor los nuevos controles posBrexit sobre los productos de origen animal importados de la UE.
“Los suministros para Navidad ya están en camino y a muchas empresas les cuesta encontrar espacio en los barcos”, sobre todo en los procedentes de China, que sigue siendo la principal ruta de entrega de productos manufacturados, observa Jonathan Owens, experto de la Universidad de Salford.
Aumentos salariales
Las empresas intentan adaptarse. La cadena de supermercados Tesco o el gigante estadounidense de la venta en línea Amazon, no tienen reparo en prometer bonificaciones para contratar en el Reino Unido a los conductores y trabajadores de almacén que necesitan para servir a su clientela.
Y las industrias cárnicas están estudiando la posibilidad de asociarse con las cárceles para emplear a algunos presos en proceso de reinserción.
Los representantes de la industria presionan cada vez más al gobierno de Boris Johnson para que modifique la normativa de inmigración posBrexit y facilite a los camioneros europeos instalarse en al Reino Unido.
Algunos piden que puedan beneficiarse de las facilidades de inmigración concedidas a los trabajadores cualificados.
Los conductores de camiones “deberían ser sustituidos por conductores británicos, pero llevará tiempo. Antes de que eso ocurra, tenemos que conseguir un montón de productos para la Navidad”, advirtió el patrón de los supermercados Iceland, Richard Walker.
“Nadie quiere tener una segunda mala Navidad”, afirma, insistiendo en que al confinamiento impuesto en el 2020 podría sumarse este año un árbol de Navidad y unas mesas semivacías.