La crisis que atraviesa el gobierno italiano se escenificará el miércoles 20 en el Parlamento por orden del jefe del Estado, Sergio Mattarella, que rechazó la dimisión presentada en la víspera (jueves) por el primer ministro, Mario Draghi, tras la estocada de uno de los socios de su coalición, el Movimiento 5 Estrellas (M5S).
Draghi, con la discreción que le caracteriza, reunió el jueves a todos sus ministros para informarles de que había decidido dimitir y poner fin al gobierno de coalición nacional que preside desde febrero del 2021 apoyado por todos los grupos menos por los ultras de Giorgia Meloni.
Y acto seguido se personó en el romano Palacio del Quirinale para oficializar su renuncia al jefe del Estado, que sin embargo la rechazó.
Tras semanas de tensiones, la crisis se desató este jueves en el seno de su coalición cuando uno de sus principales socios, el M5S, decidió no votar en el Senado una moción de confianza al mismo gobierno del que forma parte. Y Draghi decidió dimitir.
Pero Mattarella, que repite a regañadientes su mandato en el mayor cargo del país, respondió a Draghi que la crisis debía saldarse obligatoriamente en las dos sedes parlamentarias, en el Senado y en la Cámara de Diputados, previsiblemente el miércoles.
“El presidente de la República no ha aceptado la dimisión y ha invitado al presidente del gobierno a presentarse en el Parlamento para dar explicaciones y para que se haga en esa sede una valoración de la situación que se ha creado tras los debates en el Senado”, señala un comunicado de la Jefatura del Estado publicado en la víspera.
De este modo, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), visto en Italia como uno de los recursos más valiosos de la República, podrá comprobar si cuenta o no con una mayoría para cumplir su objetivo: agotar la legislatura en su plazo natural, marzo del 2023.
¿Qué pasa en Italia?
La coalición lleva tiempo tambaleándose a cuenta de un delicado decreto con ayudas a familias y empresas contra la inflación que el M5S critica severamente por verlo “insuficiente” y por incluir la financiación de un incinerador de basuras para Roma.
El problema es que la votación final del decreto fue planteada como una moción de confianza sobre el gobierno, una estratagema a la que se recurre frecuentemente en la política italiana para acelerar la tramitación de leyes, pues impide presentar enmiendas.
Y, en un movimiento paradójico y enrevesado, el Cinco Estrellas decidió no votar la moción de confianza sobre el mismo gobierno del que forman parte.
Una especie de “harakiri” en los que algunos vislumbran el deseo del M5S de pasar a la oposición y tratar de recuperar el electorado perdido tras los últimos batacazos en las urnas y de cara a la inminente campaña electoral.
Entre el “Draghi bis” y las elecciones
A lo largo de esta bronca surgida mientras las playas rebosan, la política nacional se dividió entre quienes aspiran a que Draghi se mantenga en el poder, con o sin el M5S, y quienes previeren “devolver la palabra a los italianos”.
El líder del Partido Demócrata (PD, centroizquierda), Enrico Letta, instó a Draghi a acudir al Parlamento para “verificar” si puede seguir en el gobierno, una opción que nadie descarta porque la dimisión de Draghi no iba acompañada del epíteto “irrevocable”.
“Creo que en este momento sería muy importante la continuidad del gobierno”, refirió Letta, que en los últimos días ha defendido que sin Draghi la otra opción era adelantar elecciones.
En los mismos términos se expresaron otros partidos de la coalición, como la centrista Italia Viva de Matteo Renzi o Juntos por el Futuro, la escisión del M5S capitaneada por el actual ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, leal a Draghi.
El ultraderechista Matteo Salvini, que también apoya al Ejecutivo, reclamó un adelanto electoral, mientras que de la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi sólo trascendió una preocupación por la coyuntura económica, social y empresarial de Italia.
Nubes negras en el cielo italiano
Y es que la mayor preocupación que ronda al país es que la crisis del gobierno se produce en un momento peliagudo, en plena escalada de los precios energéticos, con la inflación disparada y en plena estrategia para diversificar y acabar con la dependencia del gas ruso tras la invasión de Ucrania.
Pero también inquieta a nivel europeo, tal y como manifestó Letta: “Si el gobierno de Draghi cae, Italia será el tercer país, después de Francia y Gran Bretaña, en entrar en una situación de profunda dificultad”, advirtió a sus socios políticos.