Está prohibido salir de la sétima ciudad más poblada del país más poblado del mundo. Wuhan, capital de la provincia de Hubei, está desde hoy bajo una cuarentena ‘de facto’ para tratar de contener la propagación del nuevo coronavirus que ha dejado ya al menos 25 muertos y 830 casos el balance de la epidemia provocada por un misterioso virus, informa la Comisión Nacional de Salud.
A nivel internacional, cuando se habla de China es común pensar en las grandes ciudades como Pekín o Shanghái, iconos de la modernización de un país cuyo avance económico ha sorprendido al mundo en las últimas décadas, pero pocos piensan en otras megalópolis como Chongqing (30 millones de habitantes) o Chengdu (16 millones).
Hasta estos días, Wuhan no era una ciudad precisamente conocida en el extranjero, pese a que tiene 11 millones de habitantes.
Así pues, la decisión de ‘sellar’ hoy Wuhan se puede entender mejor con el siguiente paralelismo: sería como cerrar una urbe aún mayor que Nueva York (8.4 millones de habitantes) en un 23 de diciembre, justo antes de la Nochebuena.
"No hay precedentes en China desde 1949 (año de la fundación de la República Popular), ni siquiera durante el SARS en el 2003. La gente de Wuhan está haciendo sacrificios", escribió en Twitter el polémico director del diario oficialista Global Times, Hu Xijin.
Y el momento en el que ha surgido este brote no podía haber sido menos oportuno: mañana es la 'Nochevieja china', equivalente de la Navidad cristiana al ser el festivo tradicional más importante del año y que precede al día del Año Nuevo lunar, que se celebrará el sábado.
Desde las 10.00 hora local (02.00 GMT) de hoy quedó suspendido todo el transporte público en la ciudad y se cerraron las terminales de salida del aeropuerto y las estaciones de tren. Aunque no se especificó si se cortaban las carreteras, sí que está prohibido salir de la ciudad sin "razones especiales" y en las redes sociales hay quienes aseguran que al menos las entradas principales también están bloqueadas.
China ha cambiado mucho desde el SARS
El nuevo coronavirus (cuyo nombre oficial es 2019-nCoV) es similar al que provocó entre el 2002 y 2003 una epidemia del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS), que dejó en China más de 600 muertos y un mal sabor de boca en la Organización Mundial de la Salud (OMS), que acusó a las autoridades de ocultar información durante aquel brote.
Todas las miradas están puestas ahora en Pekín, que ahora no solo pondrá en práctica lo aprendido en prevención y control durante aquel brote sino que también deberá pasar del dicho al hecho tras años de retórica sobre el refuerzo de la transparencia y la apertura al exterior.
El Ejecutivo defiende que ha informado "de manera oportuna" a nivel nacional e internacional desde que se detectó el brote a finales de diciembre, por ejemplo compartiendo con la OMS la secuencia del genoma del coronavirus en cuanto fue descubierta.
Pero el panorama en el 2020 es muy diferente al de hace 17 años, y no solo por el elevado flujo de información derivado de la normalización del uso de internet entre la población y de las redes sociales, sino también porque la China de entonces era un país muy diferente al de ahora.
En el 2003 era noticia que más de cien millones de campesinos habían emigrado a áreas urbanas en los anteriores diez años. Hace menos de dos semanas la noticia era que las autoridades esperaban unos 3,000 millones de viajes por la época festiva del Año Nuevo lunar, la considerada mayor migración humana anual en el planeta, en la que participan precisamente muchos de esos campesinos emigrados.
Y es que el PBI per cápita, según datos del Banco Mundial, era entonces de US$ 1,288, cifra que se ha multiplicado prácticamente por ocho en menos de dos décadas para cruzar en el 2019, por primera vez en su historia, la barrera de los US$ 10,000, anunció recientemente el Gobierno.
Más infraestructuras, más viajes, más riesgo de contagio
Los chinos son más ricos y se pueden permitir más viajes, algo que también se debe a la intensa inversión en infraestructura sobre la que Pekín ha cimentado buena parte de su ‘milagro económico’: a finales del año pasado, China contaba con unos 35,000 kilómetros de redes de ferrocarril de alta velocidad, mientras que esa cifra era nada menos que de cero a mediados de los 2000.
El transporte aéreo también ha vivido su 'boom' particular: en el 2009 había 158 aeropuertos en el país, y a finales del 2019 el número era de 238. En resumen: si en el 2003 los chinos realizaron 870 millones de viajes de turismo doméstico (la Oficina Nacional de Estadística incluye las visitas a familiares), en el 2018 la cifra alcanzaba los 5,539 millones.
Por tanto, resulta comprensible el temor de las autoridades a que Wuhan -parada del tren Pekín-Cantón, una de las principales líneas ferroviarias del país- se convierta no solo en uno de los mayores 'hub' de transporte del país sino también en un 'hub' para la propagación del coronavirus.
¿Demasiado tarde?
La pregunta es: ¿se ha cerrado la ciudad a tiempo? Hace más de un mes que comenzaron los primeros casos, la época de viajes del Año Nuevo lunar comenzó el pasado día 10 y las imágenes difundidas hoy por algunos medios locales mostraban largas colas en el aeropuerto y las estaciones de tren de la ciudad, ya que las autoridades anunciaron su cierre siete horas antes de hacerlo efectivo.
Se desconoce cuántas personas se encuentran ahora mismo en la ciudad y cuántas la han abandonado en los últimos días -y en las últimas horas-.
La OMS elogió el "fuerte compromiso" de las autoridades, pero hay gente que no está tan contenta. En Weibo, el usuario Jijia Yunduozi comentaba: "Deberían haber cerrado antes la ciudad, concentrado los recursos médicos nacionales allí y darle prioridad al tratamiento".
Otro usuario llamado Qian Sanriq denunció que la respuesta del Gobierno local "fue poco clara y lenta", y añadió: "Si no cerramos Wuhan, tendremos que cerrar el país en el futuro".
Una incertidumbre añadida -y para la que todavía tampoco hay respuesta- es qué pasará con los que se han quedado en la ciudad, donde los hospitales están desbordados y donde, según circula en redes sociales, los precios de los alimentos ya han comenzado a subir por miedo a un corte de suministros.
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