(Foto: Reuters)
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La economía boliviana se viene frenando desde hace cinco años, pero ahora se asoman nuevos nubarrones, tras dos semanas de paros y cortes de ruta en protesta por la polémica reelección del presidente

"Después de un periodo de bonanza económica (2006-2014), la economía boliviana se encuentra en una coyuntura donde las condiciones externas e internas se han tornado menos favorables", dijo el economista Luis Carlos Jemio, un exministro de Hacienda.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó que el crecimiento económico en el segundo trimestre de este año alcanzó un 3.13%, menor al del primero (3.44%) y por debajo de 4.22% con que cerró el ejercicio 2018.

La tasa anualizada del crecimiento del PBI (julio 2018-junio 2019) llegó a 3.38%, inferior a 4.5% necesario para conceder un segundo aguinaldo a los trabajadores en diciembre, un beneficio institucionalizado en el 2013 por el presidente izquierdista.

"Los datos del PBI del primer semestre del 2019 confirman que desde el 2013 la economía continúa un proceso de achicamiento lento pero seguro", escribió el economista Gonzalo Chávez.

Las protestas desatadas al día siguiente de los cuestionados comicios del 20 de octubre también están afectando a la economía boliviana, aunque es prematuro estimar su impacto.

Morales dijo este lunes que la región oriental de Santa Cruz, la más rica de Bolivia y en paro desde hace dos semanas, pierde cada día US$ 3.5 millones.

A nivel nacional, varían las estimaciones de las pérdidas: US$ 15 millones por día, según la Cámara Nacional de Industrias; US$ 124 millones a US$ 129 millones diarios, según la Cámara de Industrias de Santa Cruz; US$ 9 millones diarios, según el gobierno.

"Están perjudicando el crecimiento económico con el único propósito de dañar al gobierno", se quejó Morales.

Más allá de la coyuntura política, la reducción del crecimiento económico de se explica por un factor estructural: la gran dependencia de los recursos naturales y la volatilidad de los precios internacionales.

"A nivel regional hay desaceleración económica, Bolivia no es una isla y su economía no está blindada", expresó el analista Henry Oporto, de la Fundación Milenio, al diario Página Siete.

"Caen los precios de las materias primas y el contexto externo es adverso por la guerra comercial Estados Unidos-China y la situación en Argentina y Brasil", añadió.

El sistema financiero boliviano se mantiene estable y la inflación es moderada.

Pero el crecimiento del PBI viene bajando desde que alcanzó su pico en el 2013 con 6.8%.

Contratos con Brasil y Argentina

El sector de petróleo crudo y gas natural, principal sostén de la economía boliviana, “sufrió una reducción (del ingreso) de 20.11% en el segundo trimestre del 2019”, según el INE, que precisó que la demanda disminuyó en 28% en y en 31% en , los dos principales mercados del gas boliviano.

Y las perspectivas no son alentadoras. El contrato de venta de gas a Argentina fue revisado a la baja en volúmenes y precios. El acuerdo con Brasil, que vence este año, va por el mismo camino.

Además, las cotizaciones internacionales de los minerales, particularmente del estaño, han tendido a la baja o mantienen valores inferiores a los del 2018.

El Banco Central de Bolivia proyecta para este año un crecimiento de 4.5% en la economía, mientras los organismos internacionales lo estiman en torno al 4%.

En los últimos años, el crecimiento de la economía boliviana ha estado sostenido por un masivo programa de inversión pública, respaldado por una constante pérdida de reservas internacionales y un creciente endeudamiento. El perfil se completa con un persistente déficit comercial.

Las reservas internacionales cayeron este mes a US$ 7,433 millones, su nivel más bajo en 11 años, según cifras oficiales. En el 2014, eran US$ 15,123 millones.

"El sector externo sufrió un shock negativo fuerte que se traducirá en un déficit comercial por quinto año consecutivo", escribió Chávez en una columna en Los Tiempos.

Las tareas pendientes

Los economistas sostienen que ese panorama es insostenible en el mediano plazo, por lo que recomiendan recortes en el gasto público y una racionalización del programa de inversión pública, que incluye proyectos de dudosa rentabilidad.

"Las tareas pendientes en el corto plazo son los ajustes requeridos para reducir los déficits gemelos, fiscal y externo, causantes de una pérdida acelerada de reservas internacionales y del aumento del endeudamiento externo", dijo Jemio.

Otro tema delicado es el tipo de cambio, que se ha mantenido inalterable durante ocho años (en 6.96 bolivianos por dólar), lo que resta competitividad a la producción nacional y estimula las importaciones.

Sin embargo, una corrección del rezago cambiario acumulado requiere de la precisión de un cirujano, pues cualquier error desataría mayores problemas económicos y sociales.